Un hombre pálido y desaliñado, que parecía ocultarse como un leproso que se escondiera de una clientela de clase alta demasiado impresionable, llevó el anillo a su banco de trabajo y examinó la banda interior a través de una lupa.
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Un hombre pálido y desaliñado, que parecía ocultarse como un leproso que se escondiera de una clientela de clase alta demasiado impresionable, llevó el anillo a su banco de trabajo y examinó la banda interior a través de una lupa.
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En la esquina superior derecha de la imagen, una cuenta atrás indicaba las horas y los minutos que faltaban para la mañana del miércoles. Era increíble; no tenían ni la menor idea de por dónde empezar a buscar a Rana, y solo disponían de diecinueve horas y veintitrés minutos hasta que el asesino ejecutase a su siguiente víctima.
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El tribunal número uno, tal vez uno de los juzgados más famosos del mundo, se reservaba en exclusiva para los crímenes más graves; era la sala donde célebres monstruos como Crippen, Sutcliffe y Dennis Nilsen habían subido al estrado para responder por sus abominables pecados. La luz artificial entraba por un ventanal de cristales esmerilados e iluminaba los oscuros paneles de madera y el tapizado de cuero verde.
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10 negritos