Ragdoll de Daniel Cole
El tribunal número uno, tal vez uno de los juzgados más famosos del mundo, se reservaba en exclusiva para los crímenes más graves; era la sala donde célebres monstruos como Crippen, Sutcliffe y Dennis Nilsen habían subido al estrado para responder por sus abominables pecados. La luz artificial entraba por un ventanal de cristales esmerilados e iluminaba los oscuros paneles de madera y el tapizado de cuero verde.
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