Conoces esa sensación, cuando estás leyendo un libro y sabes que va a ser una tragedia; cuando puedes notar cómo se acerca el frío y la oscuridad, ver cómo la red se va cerrando sobre los personajes que viven y respiran en las páginas. Pero estás atado a la historia como si estuvieras atado detrás del carruaje, y no puedes soltarte ni cambiar el rumbo. [...] Ahora me siento como si pasara eso, sólo que no a los personajes de un libro, sino a mis propios queridos amigos y compañeros.
|