Llorar no hace que nos sintamos mejor. Solo lo creemos o -quizá más importante- creemos que nos ha hecho sentir mejor en algún momento del pasado. Desahógate, nos dice una figura imaginaria, y obedecemos llorando. Pero en general, cuando un sujeto de estudio habla de su estado inmediatamente posterior a un episodio de llanto, dice sentirse peor que antes. Aunque puede que se deba a que los sujetos lloran en un laboratorio, las lágrimas están concebidas para solicitar ayuda y los investigadores proporcionan escaso consuelo a aquellos cuyas lágrimas han provocado.