La felicidad suprema del corazón humano ofrecésenos siempre en lontananza, y cuando ya no hallamos posible su realización en esta vida, la trasladamos más allá de la tumba.
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La felicidad suprema del corazón humano ofrecésenos siempre en lontananza, y cuando ya no hallamos posible su realización en esta vida, la trasladamos más allá de la tumba.
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Así palidecen, se borran y disipan las rosadas tintas de la aurora ante el primer rayo de sol que con su dorada y fecunda luz envuelve los montes, valles y praderas, llenando de vida y esplendor los cielos y la tierra
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