La desesperación es una forma de negar la verdad, cuando asumirla supone aceptar un dolor insoportable.
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La desesperación es una forma de negar la verdad, cuando asumirla supone aceptar un dolor insoportable.
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—Hay que sobrevivir , camaradas. Sólo tenemos esa obligación. Sobrevivir. —Sobrevivir, sobrevivir, ¿para qué carajo queremos sobrevivir? —Para contar la historia, Tomasa. —¿ Y la dignidad? ¿Alguien va a contar cómo perdimos la dignidad? —No hemos perdido la dignidad. —No, sólo hemos perdido la guerra, ¿verdad? Eso es lo que creéis todas, que hemos perdido la guerra. —No habremos perdido hasta que estemos muertas, pero no se lo vamos a poner tan fácil. Locuras, las precisas, ni una más. Resistir es vencer. |
Y se entregó a su suerte en aquel abrazo. Algas. Sus besos fueron algas enredadas en agua de mar. Algas en dos mares que se encuentran. Algas. Si. |
Grita. Para que despierte su voz, la voz que se negó a repetir la caída de unos cuerpos al agua. Porque contar la historia es recordar la muerte de los suyos. Es verlos morir otra vez.
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Palabras que estuvieron siempre ahí, al lado, dispuestas. La voz dormida al lado de la boca. La voz que no quiso contar que todos habían muerto.
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Pero ya no tiene miedo. Lo perdió, al igual que las lágrimas.
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Y había aprendido a no hacerse preguntas, a aceptar que la derrota se cuela en lo hondo, en lo más hondo, sin pedir permiso y sin dar explicaciones.
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Hacer el amor en una estrella, y sentir que me sobra la vida y me faltan los brazos.
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No tardará Pepita en tener ganas de charla. Pero aún no es tiempo. Y su patrona lo sabe. Sabe que debe esperar porque las palabras de Pepita aún forman parte de un suspiro. Doña Celia la oye suspirar. Y espera.
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Al principio, doña Martina esperaba las cartas con alegría y las leía con emoción. Pero según pasaba el tiempo, la alegría de la espera dio paso a la congoja de esperar. Y al más mínimo retraso, la congoja se convertía en angustia.
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¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?