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Crítica de gustavoadolfo


gustavoadolfo
09 November 2021
Carlos Fuentes. Entre la literatura fantástica y la ciencia ficción

Dentro de dos días celebraremos los 57 años de la publicación del primer libro de Carlos Fuentes: Los días enmascarados. Esa primera edición se le debe a la editorial Los Presentes, en ese entonces a cargo de Juan José Arreola. Ese mismo día, el 11 de noviembre de 1954, Fuentes estaba de cumpleaños y festejaba sus, apenas, 26 años de edad.

Que sea entonces la proximidad de estas fechas la excusa para recordar la importancia, en el campo literario, de la primera obra del clásico contemporáneo, el intelectual Carlos Fuentes.

Según sus estudiosos, este pequeño libro ya prefiguraba los temas, las preocupaciones y el estilo del escritor; quien en una ocasión dijo que la escritura del mismo le había tomado, tan solo, un mes.

Al libro lo componen seis narraciones: cuatro de ellas tienen un énfasis fantástico y se les relaciona con ese tipo de literatura; las otras dos narraciones están más cercanas a la literatura que suelen denominar como literatura de ciencia ficción.


El extrañamiento fantástico

“Chac Mool” es la primera narración incluida en Los días enmascarados y es la única de ese libro que el autor utilizó para editar, en 1972, la colección: Cuerpos y ofrendas. En ella se evidencia el tema de la re-interpretación del pasado prehispánico, tema tan caro para su autor y evidente, de igual manera, en el resto de las narraciones fantásticas de este primer libro.

El narrador de “Chac Mool” debe recoger el cadáver de su amigo Filiberto para trasladarlo a la ciudad. Entre las pertenencias del fallecido se encuentra el diario de sus últimos meses de vida; así, la narración se intercala con fragmentos de aquel documento. Gracias a sus apuntes, el narrador puede leer que Filiberto había adquirido una réplica de la mítica y misteriosa figura de Chac Mool, una especie de dios del agua. Desde el primer momento en que entra en contacto con la figura empiezan a sucederle cosas sin explicación: el agua se tiñe de rojo; las lluvias se filtran hasta el sótano de su casa; la piedra de la figura mítica parece reblandecerse, incluso le empiezan a salir vellos y, por último, la figura empieza a moverse, a dar órdenes y a amenazar a Filiberto, quien termina perdiendo su empleo, su casa y -aparentemente- su raciocinio. Temeroso, huye a Acapulco donde muere ahogado.

El narrador del relato se resiste a creer en los elementos fantásticos descritos por Filiberto: “pretendí dar coherencia al escrito, relacionarlo con exceso de trabajo, con algún motivo psicológico. Cuando a las nueve de la noche llegamos a la terminal, aún no podía concebir la locura de mi amigo” (26-27). El efecto fantástico se materializa cuando al llegar a casa de su amigo el narrador es recibido por un indígena que, según la descripción, fácilmente podría ser la propia personificación -en el presente-, del dios Chac Mool.

Recordemos que en esta narración el propio Filiberto, y luego su amigo, intentan explicar razonablemente cada suceso relacionado con Chac Mool; sin embargo, el final de la narración impide una explicación exacta. Como lo postulan los estudiosos: el efecto fantástico no es susceptible de ser explicado de manera razonable en la historia (Darko Suvin). En palabras de Todorov: “Lo fantástico ocupa el tiempo de la incertidumbre”.

Otro tanto sucede en el relato: “Tlactocatzine, del Jardín de Flandes”, en el que un hombre debe habitar una antigua mansión y en pocos días advierte que el lugar que ocupa tiene, incluso, un clima distinto al que hace afuera. También es testigo de una presencia extraña en el interior del jardín: una mujer de ochenta años y sin ojos que, quizás -piensa el personaje- saltó la tapia. Aunque intenta justificar lo que ve, al final del relato es evidente el efecto fantástico: quizás sea factible que la aparición sea real y que el narrador no sea quien creía ser.

Por su parte, en “Letanía de la orquídea” un hombre ve crecer de su cuerpo una orquídea que parece hablarle; y, en “Por boca de los dioses”, un hombre arranca de un cuadro los labios de una mujer, labios que parecen controlarlo.

Todos estos relatos, si me permiten la expresión: están guiados por la lógica y la mecánica del sueño y de la pesadilla. En ellos dudamos del raciocinio de los personajes y de la realidad narrada. Quizás todo sea obra del sueño o de la locura, porque en la realidad las cosas no son así, en la realidad las cosas tienen explicación (de esta manera intentamos consolarnos).


El extrañamiento cognitivo

Por su parte, en los relatos de ciencia ficción sucede todo lo contrario: el extrañamiento es cognitivo. Si en la literatura fantástica no puede haber explicación científica, en la ciencia ficción es obligatoria (o basta con que sea verosímil dentro del relato).

En “El que inventó la pólvora”, el personaje vive en un mundo donde las cosas se desgastan rápidamente, tan rápido que se puede ver la manera como desaparecen frente a nuestros ojos. Desde los utensilios de cocina, hasta los edificios. Dado lo anterior, la industria acelera su producción de objetos, pero las cosas se siguen desgastando tan rápido que ya no hay tiempo -ni siquiera-, para usarlas por fuera de las fábricas. Entonces los obreros son los encargados de utilizarlas. El tema de la obra es evidente: la obsolescencia programada. Nótese que el relato explica que los objetos no se dejan re-utilizar, incluso están provistos de tecnologías para que tal cosa no suceda. El relato da cuenta de un ciclo económico absurdo, enfermizo: trabajar todo el tiempo para consumir. La gente debe seguir consumiendo para que el sistema económico no se detenga (aunque el dinero y las transacciones ya no existan). La gente ha perdido la memoria y la facultad previsora; viven al día, consumiendo; y aunque todo se desgaste de inmediato siempre pueden ver un helicóptero que difunde propaganda para que todos sigan utilizando cosas que se desgastan de inmediato: "USEN TODO... TODO... TODO". Cualquier parecido con la realidad...

“En defensa de la trigolibia” es un cuento-adivinanza, un gran juego de palabras. Un narrador expone la historia de las dos naciones más poderosas del mundo: Nusitania y Tundriusa, y la manera en que ambas utilizan el lenguaje a su favor para perpetuar su hegemonía. Ambas piensan que son las depositarias de la verdad. Una de estas naciones surgió de los procesos de independencia, la otra gracias a la revolución. Ambas defienden sus ideales y para ello hacen alianzas o entran en discordia con otras naciones. Incluso están dispuestas a enviar tropas al extranjero y crean “campos de trigolibiación” para enseñar a amar la Trigolibia. La tensión entre ambas naciones produce la Frigotrigolibia. ¡Correcto!: una especie de Guerra Fría.

Esta corta narración puede leerse como la descripción de la manera en que nace una distopía y el valor preponderante que tiene en ella el lenguaje; tal como se evidencia con las disposiciones que lo reglamentan en 1984 (1949) de Orwell o en El cuento de la criada (1985) de Atwood. En el caso de Fuentes, se puede ver la manera en que se manipula a través de conceptos huecos, sin significado, que bien valen por “democracia”, “comercio”, “fe”, etc.:

La Trigolibia es el valor supremo de los Nusitanios. Cuando los Nusitanios se trigolibiaron de los Terribrios, lo primero que hicieron fue proclamar un Acta de Trigolibia y una Declaración de los Trigolibios del Hombre (28).

Tal como lo he intentado exponer, estas dos últimas narraciones están relacionadas con las obras distópicas, con los mundos y las sociedades en las que el hombre ha perdido su libertad y, más que un humano, parece un simple autómata o una simple ficha accesoria.


Palabras finales

Ojalá estas líneas sean suficientes para recordar a Carlos Fuentes y la importancia de su obra.

Los días enmascarados, en particular, me permite establecer una diferencia entre las denominadas “literatura fantástica” y la “literatura de ciencia ficción”. de seguro que el lector conoce otras formas de diferenciarlas.

En términos históricos es fácil comprender la adscripción del autor a las historias fantásticas. Otros autores de renombre habían publicado sus historias en esa misma línea, por ejemplo, para 1951 ya había aparecido el conocido libro Bestiario, de Julio Cortázar.

No sucedió igual en el caso de la ciencia ficción. Incluso, podríamos decir que para muchos críticos e historiadores de la literatura la ciencia ficción, en nuestro contexto, aún no ha logrado un verdadero reconocimiento. Muchos parecen obviar la obra de Adolfo Bioy Casares o el prólogo de Borges a Crónicas Marcianas, de Ray Bradbury... No importa. Ya tendremos tiempo para hablar de la literatura de ciencia ficción escrita en español. Ya tendremos tiempo para hablar, por ejemplo, de la novela Cristóbal Nonato (1987), de Carlos Fuentes: una re-escritura sobre la celebración del descubrimiento de América, en una sociedad del futuro donde el hombre vive en un mundo contaminado, corrupto e imbuido en concursos y festejos sin sentido: simple humo que lo aleja de los temas importantes de la humanidad. de nuevo: cualquier parecido con la realidad...
Enlace: https://guardopalabras.blogs..
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