Él era todo lo que no necesitaba. Una distracción de grandes proporciones que sembraría el caos en mi mente, golpearía mi corazón y me rompería el alma.
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Él era todo lo que no necesitaba. Una distracción de grandes proporciones que sembraría el caos en mi mente, golpearía mi corazón y me rompería el alma.
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Aunque pudiera soportar un enfrentamiento con Atlas, de más de diez minutos, sin enfurecerme, había un mar de mujeres dispuestas, que ladraban menos y no mordían, entre las que podía escoger.
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Lo que ella no sabía, porque nunca se lo había contado a nadie, era que yo era la reina de las aventuras de una sola noche.
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A decir verdad, basándome en su reacción, sabía que lo tendría difícil. Esa mujer era un problema. Más que un problema. Era un maldito cartucho de dinamita.
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1. Caperucita ....................