Primero, pongámonos en situación. Es descubierta una nave espacial de grandes dimensiones, en las profundidades del Océano Pacífico. Y aquí empieza ese miedo de ciencia ficción, al estilo “Alíen el 8 pasajero”: ¿de dónde viene?, ¿habrá vida?, en caso afirmativo, ¿serán pacíficos o vienen a conquistarnos? de entrada, con este argumento, piensas y dices promete…te engancha totalmente el libro y quieres devorarlo. Hay que reconocer, Michael Crichton es un maestro del miedo psicológico, y sabe jugar con las fobias. Te hace mirar al cielo y reflexionar, ¿estaremos solos en el universo?. Recuerda a otras novelas suyas, como “La amenaza de Andrómeda”, “Congo” e incluso “Parque Jurásico”. También se nota sus conocimientos médicos, adquiridos durante su carrera, que nunca ejerció, pero incluye en sus libros: procedimientos genéticos y futuristas. La información científica muy bien cuidada, elaborada y expuesta; buen trabajo del autor. Como punto débil del autor, la psicología y desarrollo de los personajes. Sabe transmitir tensión al relato, es ágil, con un ritmo que te mantiene en vilo toda la novela, solo te deja tomar aire para ver como todo vuelve a dar un giro, juguetea con los diálogos y las situaciones, y todo ello en un escenario magnífico: la inmensidad y soledad del océano, el aislamiento del ser humano. Como todo Estamento Público (en este caso el poder político y militar de EE.UU.), tiene su protocolo de actuación. Y éste, consiste en enviar un grupo de científicos, para explorar y analizar la situación de una manera lógica, y en caso necesario, comunicación entre seres vivos. Este grupo formado por científicos especializados en distintas áreas, deben analizar y de forma deductiva ir desgradando los enigmas a que son sometidos (el psicólogo Norman Johnson, el matemático Harry Adams, el astrofísico Ted Fielding y la zoóloga Beth Halpern). Tras su descenso y acceso a la nave, descubren una esfera de un material desconocido, y aquí empieza lo bueno. El autor va soltando paulatinamente dosis de intriga y misterio. Los personajes muestran su fortalezas y debilidades, pero, sobre todo, ante sus propios terrores van resquebrajándose interiormente, y son arrastrados hacía su locura. ¿Dónde está la línea que separa la razón de la locura? Hay conflictos de intereses. El poder político y militar ante la posibilidad de un armamento más poderoso, que amenaza la posible existencia del planeta. El poder de la ciencia, ante una tecnología superior e incomprensible actualmente. Por último, el final el más lógico y coherente, aunque no esperado. Como curiosidad, la novela fue llevada al cine en 1998, pero fue una película mediocre. + Leer más |