La muerte de Danton; Woyzeck

¿se ha saqueado al pueblo o se les han estrechado las manitas de oro a los reyes, cuando vemos a legisladores del pueblo ostentar todo el lujo y los vicios de los antiguos cortesanos, cuando vemos a esos marqueses y condes de la revolución casarse con hembras acaudaladas, dar opíparos banquetes, frecuentar el juego, rodearse de sirvientes o vestir ropa lujosa?

Indulgencia es castigar a los opresores de la humanidad; perdonarlos es un acto de barbarie.

Las mujeres y los chiquillos no dejan de gritar pidiéndonos pan, vamos a echarles de comer carne de noble. ¡Ea, ea! Muerte a quien no lleve agujeros en la casaca.

Todos estamos locos; nadie tiene el derecho a imponerle a nadie su locura particular.

Lo mismo da morirse en la guillotina que de fiebre o de viejo. Es preferible, incluso; salen de entre bastidores con ágil ademán y en el mutis pueden arrancarse con gráciles alharacas y hasta oír la ovación del respetable. Tiene su gracia, y es lo que mejor encaja con nosotros, estando como estamos siempre en lo alto de un escenario, aunque al final nos apuñalen de verdad.

Robespierre es el dogma de la Revolución, un dogma que no puede derogarse. Tampoco habría modo. La Revolución no es obra nuestra, nosotros somos obra de la Revolución.

El gobiernonde la revolución es el despotismo de la libertad contra la tiranía.

El arma de la República es el terror y su fuerza, la virtud. La virtud, porque sin ella el terror es pernicioso; el terror, porque sin él la virtud es impotente.

Nos apremian a la debilidad y su lema es: ¡clemencia! Pretende despojar al pueblo de las armas y de la fuerza que las guía para luego entregarlo desnudo y extenuado a los reyes.

Sólo un cobarde muere por la República, el jacobino mata por ella