Jane Eyre

"Las leyes y los principios no son solo para los momentos que están libres de tentaciones, sino para momentos como este, cuando el cuerpo y el alma se amotinan contra su rigor. Cuanto más severos me parezcan, menos debo violarlos. Si pudiera olvidarlos por mi propia conveniencia, ¿Qué valor tendrían?"


Un clásico de la literatura universal, su vehemencia emocional orientada a los fans de los melodramas arrebatados no le aisla de ser una obra de belleza formal y muy bien escrita. Jane Eyre puede ser una de esas novelas clásicas que, tras superar el paso del tiempo y trascender más alla de su época, puede decirse eso de ya era moderno en el momento en que fue escrita. Charlotte Brontë lo hace a partir de unas descripciones muy poderosas y unos personajes que van evolucionando de forma atrayente a cada texto que vamos devorando.


La campiña inglesa se convierte en un paisaje inhóspito y frío, un personaje de siniestra belleza que envuelve la excelente historia de Jane Eyre, la institutriz más famosa de la literatura. Quizá en disputa con la joven soltera de veinte años protagonista de 'Otra vuelta de tuerca' de Henry James, muy influenciada por esta obra Brontë, incluso comparten ese halo de misterio que pesa en toda la narración: los secretos de ese caserón desangelado y la presencia de alguien entre sus paredes es uno de los misterios que esconde este relato.


Jane Eyre es una novela atemporal, uno de esos claros ejemplos de que las verdaderas obras maestras nunca mueren y que pueden ser leídas, vistas, reinterpretadas y recreadas en incontables ocasiones y nunca pueden faltar en una buena biblioteca que se precie.