La obra comienza con el prólogo siguiente, que es un buen resumen: “Me llamo Joyce Brandom, tengo dieciocho años y soy la autora de este libro. O, mejor dicho, soy quien escribió las cartas que forman este libro. Son cartas reales, que fueron enviadas por correo y que mi padre recibió a lo largo del curso escolar 1978-79”. Es el primer año universitario de la autora, y también el primero que vive fuera de casa de su madre (sus padres están divorciados), de modo que es la forma que, por aquellos años (¿os acordáis de cuando no había internet ni móviles y las conferencias costaban una pasta? Sí, eso pasaba, jeje), Joyce encuentra para comunicarse con su padre, con el que parece mantener conversaciones más filosóficas y adultas que con su madre, cuyas cartas son más bien prácticas (de vez en cuando hace referencia a “mamá te habrá contado que hice esto este día”). Así, el libro está constituido por todas aquellas cartas, en las que se tratan temas de lo más variopintos, desde porqué ha elegido la carrera de Antropología o porqué los adultos no han cumplido sus sueños hasta su opinión sobre la relación de sus padres, los miedos e inquietudes de las chicas de su edad o los sueños de futuro. Aunque posiblemente la parte más interesante de este libro sea el poder entender de primera mano cómo pensaba y sentía una joven en aquel momento, creo que es una lástima que no se incluyeran también las cartas de respuesta de su padre, a las cual se hace mención en algunos momentos y de las que podemos intuir su contenido, pero creo que habría dado un punto más al conjunto. Porque aunque hay cosas que pueden ser comunes a los jóvenes de hoy, lo que más me llama la atención y creo da más valor al libro es la relación padre/hija. + Leer más |