La mitad evanescente

Le encantaba sacar fotos de todo menos de sí mismo. La cámara nunca lo veía tal como se veía él.

Ella siempre había sabido que era posible ser dos personas distintas en una misma vida, o tal vez solo era posible para algunos. Tal vez otros simplemente estaban atrapados en quienes eran.

La gente pensaba que ser único lo convertía a uno en alguien especial. No era así, simplemente lo llevaba a uno a la soledad. Lo especial era tener un vínculo con otras personas.

Un lugar no era sólido, eso Early ya lo había descubierto. Un pueblo era de gelatina, se moldeaba continuamente en torno a los recuerdos de uno.

Si yo pudiera volver atrás, lo haría todo distinto.
–Por ejemplo, ¿qué? –dijo ella.
–Pues todo. –Se volvió de nuevo hacia el espejo–. Este viejo mundo tan grande, y solo disponemos de una vez para pasar por él. No hay nada más triste, si quieres saber mi opinión.

No entendió a qué se refería, pero le gustó formar parte de un nosotros. La gente pensaba que ser único lo convertía a uno en alguien especial. No era así, simplemente lo llevaba a uno a la soledad. Lo especial era tener un vínculo con otras personas.

A veces la identidad de uno se reducía a pequeños detalles.