Y es allí, en la gran explanada de hierba fina y recién cortada de Knole, rodeadas muy a lo lejos por miles de flores de nieve, azafranes, jacintos, magnolias, rosas, lirios, asteres, dalias..., a la intemperie, pero amparadas en el secreto de los campos inmensos, es allí donde nos dejamos llegar las dos al suelo, entrelazadas e impacientes, asustadas pero seguras de que amarnos es ya el único modo de seguir amándonos.
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