Cuando ocultas algo, sientes que cualquier otro secreto está relacionado con el tuyo.
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Cuando ocultas algo, sientes que cualquier otro secreto está relacionado con el tuyo.
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Lewis se fijó en que el chaleco tenía cuatro bolsillos: de los dos superiores asomaban limpiapipas, y entre los dos inferiores colgaba una cadenita hecha con clips. Un extremo de la cadena estaba enganchado a la ruedecilla con la que se daba cuerda a un reloj dorado. Jonathan van Olden Barnavelt se sacó la pipa humeante de la boca y le tendió la mano. —Hola, Lewis. Soy tu tío Jonathan. [...] Bienvenido a New Zebedee. |
A la mayoría de la gente no le gusta que le demuestren que se equivoca, aunque se lo haya pasado bien durante la demostración.
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Y en lo que respecta a la casa del número 100 de High Street, era tan maravillosa o más que la ciudad, además de ser un tanto extravagante y bastante más que un poco terrorífica.
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En general, su impresión era de felicidad, a pesar de las cosas oscuras que acechaban en los márgenes de la imagen.
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Su tío era, sin duda, un tipo raro, pero raro en el buen sentido.
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Creía en la magia, aunque le habían enseñado a no hacerlo. Su padre se había pasado una tarde entera explicándole que los fantasmas se debían a los rayos X que rebotaban desde planetas lejanos. Pero Lewis era un muchacho testarudo.
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¡El día del Juicio final aún no ha llegado! Tendré que acercarlo con un telescopio, o construir un RELOJ que, en un instante, prenda fuego al mundo entero.
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Suena así por detrás de todas las paredes: arriba, en el ático, abajo, en el sótano; en los armarios, las despensas y los salones. Y a veces parece ir más lento. Sigo teniendo la esperanza de que pare. Pero luego retoma el ritmo y continua.
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Manolito ...