La casa del reloj en la pared de John Bellairs
Lewis se fijó en que el chaleco tenía cuatro bolsillos: de los dos superiores asomaban limpiapipas, y entre los dos inferiores colgaba una cadenita hecha con clips. Un extremo de la cadena estaba enganchado a la ruedecilla con la que se daba cuerda a un reloj dorado. Jonathan van Olden Barnavelt se sacó la pipa humeante de la boca y le tendió la mano. —Hola, Lewis. Soy tu tío Jonathan. [...] Bienvenido a New Zebedee. |