(...)Jóvenes crueles, (...), porque fueron niños asustados en un país ignorante, donde podías ver a un torero morir en directo en el telediario y se celebraban cosas tirando cabras desde un campanario, torturando pacíficos rumiantes al son de pasodobles para no oír su agonía. (...) sus amigos que, hijos de su tiempo, eran machitos de burla fácil, tragos largos y manos rápidas, un grupo de homínidos ordenados jerárquicamente según la ferocidad de cada uno respecto a los otros. Hijos de siglos de sangre oscura, de pedradas en descampados, mal vino a granel y ¡Sí, señorito!, ¡lo que usted diga, señorito! Crías de un país que siempre está a tres generaciones de educación laica, cultura y ciencia, de sacudirse las moscas y la ignorancia grasienta del siervo que quiere ser amo, no libre. Raza antigua de esclavos que aman a sus dueños. |