Y luego se quedan allí los dos, el hombre de cincuenta y nueve años y el adolescente, a unos metros el uno del otro, dando pataditas en la nieve. Como haciéndose pases con los recuerdos de una mujer que se empeñaba en ver en algunos hombres más potencial del que ellos mismos se reconocían. Ninguno de los dos sabe qué hacer exactamente con esa experiencia una vez compartida.
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