Un hombre llamado Ove de Fredrik Backman
Era la primera vez que oía reír a Sonja desde el accidente. Como si la risa emanara de ella sin el menor obstáculo. Como si su propia risa la venciera. Reía y reía sin parar hasta que los sonidos vocálicos empezaron a rodar por las paredes y por el suelo como si pensaran ignorar las leyes de espacio y tiempo. Y Ove se sintió como si el pecho fuera reponiéndose poco a poco de las ruinas de una casa destruida tras un terremoto, dejando espacio para que el corazón volviera a latir.
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