Es raro, en cualquier caso; porque teme cualquier cosa, todas las cosas son igualmente difíciles. Dar la vuelta al mundo no es más terrorífico que comprar un chicle. La dosis diaria de valor.
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Es raro, en cualquier caso; porque teme cualquier cosa, todas las cosas son igualmente difíciles. Dar la vuelta al mundo no es más terrorífico que comprar un chicle. La dosis diaria de valor.
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Es suerte, no es amor. No es que esa suerte no sea agradable. Quizá la única forma que hay de reflexionar sobre ello es ocupar el centro de toda la belleza. Por azar, hoy nos toca estar ahí. Esto no quiere decir que no lo quiera. Es una manera desesperada de obtener placer. Sí, lo quiero. Soy un narcisista y los narcisistas hacemos cosas desesperadas. Buscamos el placer.
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Less besa —¿cómo explicarlo?— como alguien que está enamorado. Como si no tuviera nada que perder. Como alguien que acaba de aprender una lengua extranjera y solo sabe usarla en la segunda persona del singular del presente de indicativo. Ahora nada más, solo tú. Hay algunos hombres que jamás han sido besados así. Hay algunos hombres que descubren, después de conocer a Arthur Less, que jamás serán besados así de nuevo.
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Durante todo ese tiempo, Less se ha creído, simplemente, un mal escritor. Un mal amante, un mal amigo, un mal hijo. Al parecer, el problema es aún mayor; es malo incluso cuando intenta ser él mismo.
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—Somos demasiado mayores para pensar que nos volveremos a ver —dice Less.
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Estábamos convencidos de que la única cosa cambiante éramos nosotros, la única variable en el mundo; de que los objetos y las personas de nuestras vidas están ahí por nuestro placer, como las piezas de un juego, que no pueden moverse si no es porque nosotros lo dispongamos, porque nuestro amor las fija en su lugar. Qué estúpidos.
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La vida llega a veces tan de repente. ¿Quien iba a saber en qué lado te iba a tocar? |
Gregorio Samsa es un ...