- Llama a ese número. Di que tienes los libros. Y no se lo cuentes a nadie más, ellos no quieren que los devuelvas. Pero es lo que hay que hacer. - Pero ¿de quién es este teléfono? - preguntó Laura, guardándose todo en el bolsillo del anorak. El abuelo se llevó un dedo a los labios en señal de advertencia. - Chiss - susurró -. Silencio. No se lo cuentes a nadie. Llama a ese teléfono y di que tienes los libros. Los tres. Acuérdate bien. Solo tienes que decir: "Los tengo; tengo los libros". Así todo se arreglará. |