Un tal Cangrejo

No sé si os pasará como a mí, pero en general suelo encontrar más bella, estética, elaborada o melodiosa la prosa de los clásicos que de la literatura contemporánea, por eso cuando llega a mis manos un libro moderno, como es “Un tal Cangrejo”, de Guillermo Aguirre, con un título, por qué no decirlo, no demasiado “elegante”, y cuando me dispongo a leerlo me topo con una narración inteligente, lírica e ingeniosa, cruda y tremendista, pero con mucho sentido, buen gusto, naturalidad, y una elegancia un tanto gamberra, no puedo hacer otra cosa que quitarme el sombrero y recomendarla.

Esta es una historia experiencial, de aprendizaje; la historia de una generación un tanto perdida, a caballo entre dos siglos y dos formas de vivir, obligada a las transiciones y las adaptaciones, intentando encontrarse a sí misma en una sociedad en la que ni siquiera estaba claro cuál era su lugar.

Una novela de calle y de supervivencia, de pasajes muy duros e incómodos, que se nota muy real dentro de la ficción, muy cercana y muy dolorosa. La historia de tantos jóvenes y adolescentes que se ven forzados a darse la espalda a sí mismos para darle la cara al grupo, para encajar, avanzando cada vez más por una peligrosa línea en la que se acaba desdibujando lo que está bien de lo que está mal.

Una historia de traiciones y lealtades, de primeros amores y primeras veces, de padres e hijos, y de madres, de mujeres. Podría decir las siempre grandes perjudicadas, pero en esta historia queda de manifiesto que las víctimas de la sociedad son tanto ellas como ellos, los hijos, que acaban siendo padres, en un círculo vicioso en el que el modelo se refleja generación tras generación.

Una historia, como digo, muy viva y sincera, con mucho sentido, en la que es fácil verse reflejado, si no en todo lo que cuenta, que es mucho, al menos en algunos aspectos, con la que es fácil empatizar, que remueve y despierta sentimientos tanto buenos como malos.

En definitiva, una historia que merece la pena leer, descarada, irreverente, pero muy humana y con mucha verdad.

Menuda necesidad por conocer a ese tal Cangrejo al que da título la novela nada ver su portada y sinopsis. Se nos presenta con una brillante ilustración en su portada donde se mezclan elementos con los que según avanzas la novela, vas dándole sentido.
Otra de las cosas por lo que me atrajo esta lectura es compartir vivencias con la época en la que se basa la novela. Nos encontramos entre los años ochenta/noventa, época en la que aún no existían ni los teléfonos móviles y la mayor parte del tiempo tras ir a clase, lo pasabas junto a tus amigos en la calle pasando el rato.
El autor nos presenta a un grupo de adolescentes bilbaínos entre los que se encuentra Cangrejo, un chaval sencillo y protagonista de esta novela, también conocido como Grejo o Crustáceo al que seguiremos su vida desde los doce hasta los dieciocho años, edad a la que trazará su futuro y se afianza tu forma de ser.
Un padre totalmente ausente, malas decisiones y la falta de motivación hace que poco a poco abandone los estudios, dedicando la mayor parte de su tiempo a estar callejeando en compañía de otros muchachos, rebeldes contra todo, que también se desentienden de las clases. Asedian y se hacen dueños de un parque infantil al que ya no se acercan, por miedo, ni los niños.
Cangrejo siempre se ha sido un personaje secundario en su grupo de amigos, envidiando al típico líder malote de la banda, pero hay una serie de acontecimientos que consigue que su nombre resuene en las calles de Bilbao, pasando a ser el líder con un gran ejército de fieles discípulos al que seguirán.
Las malas compañías en una edad tan inestable hacen que su vida se vaya desviando, pasando totalmente de estudiar y metiéndose en multitud de conflictos. Hay incluso unas escenas que nos narra el autor donde aparecen imágenes impactantes que todos hemos visto alguna vez por televisión en Hermano mayor, faltando el respeto a su madre y abuelos con los que convive.
Todas estas malas decisiones tienen su repercusión, cuando está en el momento más álgido y se considera cabecilla de la banda, hay un punto de inflexión y una serie de acciones en la novela, que hace que su vida y paso a la edad adulta solo pueda caer en picado.
En resumen, estamos ante una novela que me ha tenido bien enganchado que contiene toques canallas, en la que las malas compañías, las drogas, el tedio en el colegio, la ira o la delincuencia toman principal protagonismo alrededor de un chaval, que a lo largo de casi 500 páginas echa la vista atrás para ver en lo que se ha convertido su vida.

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