Fuera un desastre o no hoy, nada en el cielo es más brillante que tú.
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Fuera un desastre o no hoy, nada en el cielo es más brillante que tú.
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Guardo rencor. Lo alimento y lo riego convirtiéndolo en pequeños charcos de amargura.
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La persona que menos me gustaba del mundo mortal, el Olimpo y el Tártaro, sonrió mientras cruzaba los brazos sobre el pecho. Inclinó su engreída, presuntuosa, lamentable y generalmente inútil cabeza hacia atrás y me miró con unos ojos blanco puro, sin pupilas ni irises. Chungo que te cagas. —Sentí una perturbación en la fuerza —dijo. Entrecerré los ojos mientras suspiraba exasperado. —¿En serio? ¿Una cita de Star Wars? Apolo, el dios del sol y otras no sé cuántas cosas molestamente importantes, que hacían que matarlo fuera virtualmente imposible a menos que uno quisiera acabar con el mundo, se encogió de hombros. —Tal vez. |
—(…)Mierda, eres rápido. —Puedo hacer un montón de cosas. —Atrapándome con su cuerpo, puso una mano contra la pared, al lado de mi cabeza. ¡Madre mía, era alto! —. Algunas rápidas. Algunas muy despacio. Abrí la boca, asombrada. —¿Eso era una insinuación se…sexual? Sus labios temblaron. —Algo así. El calor volvió a mi cara y garganta, a pesar del frío que atravesaba mi jersey al tocar la pared con la espalda. —Bueno, pues ha sido asqueroso. —Puedo hacerlo mejor. |
Gregorio Samsa es un ...