¡Bum!

Reconozco que tengo que tener algún problema, porque no es la primera vez que me pasa. En realidad, me pasa casi siempre. Y es que por mucho que digan que la historia está cargada de humor, a mí no me ha causado ni siquiera una risilla. No entiendo el humor, pero os juro que sé reirme ¡eh!

Jim, James, Jimbo son los nombres que le dan al protagonista: Jimbo los amigos, Jim los adultos, James cuando se mete en problemas. Es el hijo pequeño de un matrimonio en el que el padre está en paro y hundido en depresión, la madre ha conseguido un trabajo mejor pagado del que tenía antes el padre, lo que también ha sido un golpe para el macho alfa y la hermana mayor se ha liado con un motero con la cara llena de cicatrices de acné. Su único consuelo es su mejor amigo, Charlie, especializado en meterse en líos. Y menudo lío es este último: dos profesores con un lenguaje secreto, una conspiración a nivel global, y unas misteriosas pulseras.

Es una historia surrealista, no, lo siguiente. Resulta de lectura entretenida en cierta forma, durante la cual el lector en vez de una sonrisa plantada en la cara, tiene las cejas subidas hasta el nacimiento del pelo. Porque la situación es de un absurdo alucinante.