El día que mi madre conoció a Audrey de Yolanda Guerrero
De los errores sólo aprende la Gente, la buena Gente. La otra, la que no lleva mayúscula, tropieza una vez y otra y siempre con la misma piedra.
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El día que mi madre conoció a Audrey de Yolanda Guerrero
De los errores sólo aprende la Gente, la buena Gente. La otra, la que no lleva mayúscula, tropieza una vez y otra y siempre con la misma piedra.
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El huracán y la mariposa de Yolanda Guerrero
Lo entiende. Ahora, después de una vida entera de llanto seco y hacia dentro, recita para sí al poeta de su juventud y lo entiende, lo entiende todo. Ahora, después de una vida entera intentando saber por qué se mata, al fin ha comprendido por qué se llora.
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El huracán y la mariposa de Yolanda Guerrero
Axioma: de todo siempre hay más y de todo siempre hay menos, y para cada dolor, sea de cuerpo, alma o espíritu, existe una medicina.
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El huracán y la mariposa de Yolanda Guerrero
porque cuando uno lleva sobre sí una nube de dolor y la noche cae sobre el espíritu, ya no hay más brillo que el del frío acero.
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El huracán y la mariposa de Yolanda Guerrero
... aún no ha aprendido que para ponerlo en marcha hacen falta dos personas y que ambas se muevan al unísono y en equipo. Espero y deseo que algún día la vida le enseñe esa lección, la más valiosa y la que nosotras no supimos inculcarle.
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El huracán y la mariposa de Yolanda Guerrero
Una cara nublada, de tormenta, una cara difícil de entender, como si un velo le ocultara no solo las facciones sino también el corazón.
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El huracán y la mariposa de Yolanda Guerrero
Para ser más exacta, fue mi vida la que hizo una escala sin saber que toda calma que precede a la tormenta también va cargada de humedad.
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Mariela de Yolanda Guerrero
Nunca vi tantos libros. En las tiendas, en las casas, en la escuela. Madrid es un libro. En él puedo leerme la vida mía y la vida de millones. Madrid es un libro abierto. A veces un drama, otras una pantomima, muchas tragicomedia, casi siempre un sainete. Y yo, ahora que los he probado, no sé ya vivir sin ellos, me he vuelto adicta como los chinos al opio: soy adicta a los libros.
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Mariela de Yolanda Guerrero
Que sepan que las guerras solo sirven para matar y morir. Esta, especialmente. Hace tiempo que perdió el idealismo, si alguna vez lo tuvo. Ahora se ha convertido en una gran máquina de picar carne, nada más. —Escribiré lo que vea, tienes razón. ¿Crees que podré ayudar en algo? —Lo sabrás en cuanto llegues al infierno. —¿Y seré capaz de escribir la historia del infierno? —Tú vivirás su historia. Escribirla te ayudará a regresar de él. |
Mariela de Yolanda Guerrero
Fue en Francia donde lo descubrí. Que la línea que separa la belleza del espanto es delgada y a veces gira sobre sí misma; tanto, que impide saber dónde acaba el principio y empieza el final. Que es posible alzar los ojos al cielo para admirar el brillo de una estrella y en su lugar encontrar el destello de una bomba cayendo sobre inocentes. Que la mano que arrulla a un niño también puede arrasar un pueblo a cañonazos. Y que la que cura y venda, en ocasiones, solo consigue que el soldado tarde más en morir, que muera sano y que lo haga matando... |
Mariela de Yolanda Guerrero
Nunca se me secará el corazón mientras lo alimente de palabras. Nunca se me hará odiosa la vida mientras pueda llorar y reír y pensar con las palabras de otros que después haré mías. Nunca habrá tedio en mi mundo.
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Gregorio Samsa es un ...