Mariela de Yolanda Guerrero
Fue en Francia donde lo descubrí. Que la línea que separa la belleza del espanto es delgada y a veces gira sobre sí misma; tanto, que impide saber dónde acaba el principio y empieza el final. Que es posible alzar los ojos al cielo para admirar el brillo de una estrella y en su lugar encontrar el destello de una bomba cayendo sobre inocentes. Que la mano que arrulla a un niño también puede arrasar un pueblo a cañonazos. Y que la que cura y venda, en ocasiones, solo consigue que el soldado tarde más en morir, que muera sano y que lo haga matando... |