La escopeta de caza de Yasushi Inoue
Pero no descubrí nada sorprendente en mis recuerdos, salvo la confusa impresión de que aquel cazador visto de espaldas emanaba un insólito sentimiento de soledad.
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La escopeta de caza de Yasushi Inoue
Pero no descubrí nada sorprendente en mis recuerdos, salvo la confusa impresión de que aquel cazador visto de espaldas emanaba un insólito sentimiento de soledad.
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La escopeta de caza de Yasushi Inoue
Un amor que solo puede sobrevivir al precio del pecado muy triste ha de ser.
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Mi madre de Yasushi Inoue
Fue entonces cuando me sobrevino una nueva idea que vino a prolongar mis reflexiones anteriores: es posible que estas capas de polvo sólo se acumulen en los hombros de las mujeres. Es posible que, durante una larga vida conyugal -y sin que tenga nada que ver con sentimientos como el amor o el odio-, los maridos impongan a sus mujeres esas obligaciones que se depositan en sus hombros como finas capas en forma de resentimiento. Si es así, el marido es el culpable y la mujer, la víctima.
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Mi madre de Yasushi Inoue
Para tratar con una mujer de ochenta y cuatro años hay a ponerse en la piel de una mujer de ochenta y cuatro años.
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Furinkazan: La epopeya del clan Takeda de Yasushi Inoue
Todos los generales eran jóvenes salvo Kansuke, que era el de mayor edad. Mientras se sonaba la nariz debido a un leve catarro, pensaba que en lo sucesivo el joven general a quien tanto estimaba derrotaría primero a Murakami Kiyohara y después al que estaba detrás de él, a su señor Nagao Kaguetora. Pero al mismo tiempo, sin dejar de sostener la caracola, se preguntaba si no tendrían lugar más que pequeñas batallas como la que acababan de ganar. En ese momento Kansuke recibió un baño de chispas y cenizas en la cara que, batidas por el ventarrón, llegaron volando desde la hoguera, y a los ojos de los presentes su raro semblante pareció transfigurarse en el de un rey Deva, protector de los Budas.
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Mi madre de Yasushi Inoue
Lo cierto es que, ante el ocaso de una vida humana, parece inevitable preguntarse si ha tenido sentido. Y más cierto me parece aún cuando miro a mi madre y me doy cuenta de que me encuentro ante el desenlace de una vida de ochenta años.
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Mi madre de Yasushi Inoue
Con la muerta de mi padre también comprendí que una de sus misiones en vida había sido protegerme de la muerte. Mientras él vivía —o quizá precisamente porque vivía—, yo nunca había pensado en mi propia muerte (al menos no de forma consciente, solo como algo que tenía escondido en un rincón del alma). Pero cuando mi padre murió, el conducto que me separaba de la muerte este espejo de repente y quedó completamente abierto, así que me vi obligado a mirar una de las mitades el rostro de la muerte: empecé a pensar que a mí también me llegaría la hora.
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Mi madre de Yasushi Inoue
No solo había perdido a su marido, su compañero de toda la vida; sino también a sus dos hijos y a sus dos hijas, además de hermanos, familiares, conocidos y amigos: los había perdido a todos. O tal vez no los había perdido sino que los había apartado de su vida. Ahora vivía sola en la casa donde había crecido. Todas las noches nevaba. Y ella sola miraba la blanca superficie de la nieve, el único recuerdo que conservaba de los lejanos y olvidados días de su juventud
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Mi madre de Yasushi Inoue
...Es un poco macabro, pero también es maravilloso. Las personas nacemos, nos casamos, tenemos hijos y morimos; puede que la vida se reduzca a esto.
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Mi madre de Yasushi Inoue
Si te fijas en las columnas de los templos antiguos, las zonas blandas de madera se carcomen con el paso del tiempo y acaban desapareciendo, y sólo se conservan las vetas más duras. Con la gente mayor debe de ocurrir algo parecido: los recuerdos alegres se borran y sólo perduran los malos.
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Gregorio Samsa es un ...