Mi Ántonia de Willa Cather
No se llegaba a conocer de verdad a un hombre, según él, hasta que se le veía morir. La mayoría se mostraban animoso y morían sin rencor.
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Mi Ántonia de Willa Cather
No se llegaba a conocer de verdad a un hombre, según él, hasta que se le veía morir. La mayoría se mostraban animoso y morían sin rencor.
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Una dama extraviada de Willa Cather
El día gris oscurecía y, mientras los tres se sentaban a tomar el té junto a la ventana salediza, rápidamente ráfagas de nieve empezaron a caer sobre los anchos prados, entre la colina y el pueblo; el crujido de los grandes álamos que rodeaban la casa pareció decir que el invierno había llegado.
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Sapphira y la joven esclava de Willa Cather
Era por la tarde. Corría una suave brisa, y la señora Blake iba caminando por la última curva de la " Doble Ese", rumbo a Timber Ridge. Al final de la empinada pendiente se sentó en un musgoso tocón, se retiró la capota y se entregó al disfrute del día primaveral. En la profunda quebrada de más abajo, un arroyo de montaña descendía en torrente color café, arrojando cristalinos arcoíris allí donde gorgoteaba sobre los saltos en la roca. En la pronunciada ladera que se alzaba al otro lado del arroyo, los altos árboles del bosque estaban aún desnudos, y las hojas de roble se mostraban poco más grandes que la oreja de una ardilla. Desde el interior del desnudo bosque gris se abrían paso las retorcidas ramificaciones del cornejo salpicadas de brotes blancos |
Willa Cather
¿Acaso no sabes que la mayoría de las personas del mundo no tienen nada de individuos? Nunca tienen una idea o una experiencia individual. Muchas chicas van al mismo internado, debutan en la misma temporada, bailan en las mismas fiestas, se casan en grupos, tienen hijos al mismo tiempo, envian a sus hijos a la escuela juntos y así va renovándose la cosecha humana. Esas mujeres no saben más sobre la realidad de esas formas de vida que sobre las guerras cuyas fechas aprenden. Extraen sus experiencias más personales de novelas y de obras de teatro; todo es de segunda mano en ellas. Pues bien, tu no podrías vivir así.
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Sapphira y la joven esclava de Willa Cather
En la profunda quebrada de más abajo, un arroyo de montaña descendía en torrente color café, arrojando cristalinos arcoíris allí donde gorgoteaba sobre los saltos en la roca. En la pronunciada ladera que se alzaba al otro lado del arroyo, los altos árboles del bosque estaban aún desnudos, y las hojas de roble se mostraban poco más grandes que la oreja de una ardilla. Desde el interior del desnudo bosque gris se abrían paso las retorcidas ramificaciones del cornejo salpicadas de brotes blancos.
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Willa Cather
"Más aún; Belle parecía haberse librado de si misma: su celebrado encanto debía ser enteramente producto de su determinación, de una feroz y pequeña ambición. Una vez casada, una vez se hubo adherido a alguien y llegado a puerto, desapareció como el plumaje ornamental que algunas aves pierden después de la temporada de apareo. La única acción emprendedora de su vida había concluido y empezó a reducirse en rostro.
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Mi Ántonia de Willa Cather
«Chicas del campo, atractivas y vigorosas, que habían venido a la ciudad para ganarse la vida y, en casi todos los casos, para ayudar a un padre endeudado o para hacer posible que los hermanos pequeños de la familia fueran a la escuela. Aquellas chicas se habían hecho adultas durante los primeros años de la emigración, los más duros, y carecían de educación».
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El canto de la alondra de Willa Cather
Si, era como una flor ahíta de sol, pero no las blandas flores alemanas de su infancia. Wunsch la había encontrado, esa comparación que antes había buscado sin darse cuenta: era como la flor amarilla de la chumbera que se abre en medio del desierto; más espinosa y más dura que las flores femeninas que él recordaba; menos dulce, pero maravillosa.
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Willa Cather
Thea no es de las que se casa (...) Tiene mucho genio y es demasiado aficionadaasalirse con la suya. Ademá, siempre ha sido muy adelantada en todo. Las de su clase son buenas para trabajo de iglesia, misioneras y maestras, pero novson buenas esposas. Consumen sus energias nervios, como los potros, y se cortan con las alambradas.
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Mi enemigo mortal de Willa Cather
No soporto a la gente joven que va a la deriva. Desearía poder dirigir su vida. ¡Sabría muy bien cómo hacerlo! Pero no se dejan, y cuando han descubierto los atajos tienen los pies tan hinchados que no son capaces de seguir adelante.
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¿Quién escribió la saga?