Claudine en París de Sidonie-Gabrielle Colette
¡Ah, eres tú quien lo ha querido así, hija mía! Quédate, pues, sola ... con todo tu honor
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Claudine en París de Sidonie-Gabrielle Colette
¡Ah, eres tú quien lo ha querido así, hija mía! Quédate, pues, sola ... con todo tu honor
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Claudine en París de Sidonie-Gabrielle Colette
Los ojos azul oscuro de ese primo-tio parecen ya adivinar tantas cosas ... esos hermosos ojos de párpados ajados y cárdenos, que turnan y que inspiran confianza
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Claudine en París de Sidonie-Gabrielle Colette
¡Yo, que me creía curada de muchas cosas e incapaz de pasmarme ante otras! ¡Ay, vuelvo a Montigny...! A estrechar a brazadas la hierba alta y fresca, a dormirme de fatiga sobre un murete calentado por el sol, a beber en las hojas de las campa-nillas, donde la lluvia rueda como gotas de mercurio, a saquear los nomeolvides al borde del agua para tener luego el placer de dejarlos marchitar sobre una mesa, a lamer la savia gomosa de una varilla de sauce descortezada, a tocar la flauta con el tubo del tallo de las hierbas, a robar huevos de herrerillo y de carbonero, a arrugar las hojas olorosas de los groselleros silvestres... A abrazar, a abrazar todo cuanto amo! Quisiera besar un hermoso árbol y que éste me devolviera la caricia...
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Claudine en París de Sidonie-Gabrielle Colette
Si estás incólume, tanto mejor para ti, pues entonces seré muy amable contigo. Pero si ya has tenido que ver con chicos, no hay nada que hacer. Tengo mis ideas y las mantengo
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Claudine en París de Sidonie-Gabrielle Colette
Un hombre gordo, de unos sesenta años, tal vez más, casi calvo, de aire atontado, con carrillos colgantes de perro danés, y grandes ojos de ternero
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Claudine en París de Sidonie-Gabrielle Colette
¡Ese hombre tan amante del deber seguramente andará detrás de las mujeres! ¡Qué bonito!
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Claudine en París de Sidonie-Gabrielle Colette
Todo la vida he sido considerado por tu tía Wilhelmine y por muchos otros como un individuo despreciable que se divierte y divierte a sus amigos
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Claudine en París de Sidonie-Gabrielle Colette
Mire esa pareja vomitiva (un peón con caspa y una pequeña esnob de histeria wagneriana), que el vulgar de turno, mala persona hasta el delirio, llamó el otro día "Tristán e Isolda"
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Claudine en París de Sidonie-Gabrielle Colette
Me cepilla el pelo hacia delante, con mucha energía, lo ahueca por los lados, se aleja dos pasos y murmura, extasiada: "¡Esta igualita que Polaire!"
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Claudine en París de Sidonie-Gabrielle Colette
Por suerte, mi cuerpo continúa bien, según compruebo a menudo con complacencia, acurrucada en el agua caliente de la cubeta. Todo en él es elástico y flexible, largo, no muy grueso, pero si lo bastante musculoso para no parecer flaco
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Claudine en París de Sidonie-Gabrielle Colette
Tiene los pómulos encendidos y su bonita nariz está pálida. Solo en Luce he visto una emoción semejante, pero él es mucho más guapo
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Claudine en París de Sidonie-Gabrielle Colette
¡Oh, qué deliciosa eres! ¡Hace tanto tiempo que quería recibir verdaderas confidencias de muchacha! Aquí, en París, las chicas son ya mujeres o son tontas de capirote
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Claudine en París de Sidonie-Gabrielle Colette
Tu Zola no entiende nada de nada del campo. En general, no me gusta mucho lo que escribe
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Claudine en París de Sidonie-Gabrielle Colette
De todos modos, he estado a punto de reñir con ese chico. Claudine, hija de mi alma, nunca te vas a corregir de esa necesidad de meterte donde nadie te llama, del pequeño deseo, un poco despreciable, de demostrar que eres lista, que lo sabes todo, que comprendes un montón de cosas por encima de tu edad
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Claudine en París de Sidonie-Gabrielle Colette
Tanta blancura ya me está inspirando el inconfesable deseo de arrojar tinteros sobre ella, de embadurnar las paredes con carboncillo, de manchar esas pulcras pinturas al temple con la sangre de un corte de un dedo
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Claudine en París de Sidonie-Gabrielle Colette
Terminaba la exhibición, nos abrochábamos los corpiños, cada una convencidísima de tener muchos más que las otras tres
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Claudine en París de Sidonie-Gabrielle Colette
Si Anaïs lo viera, ¡sería capaz de violarle! La larguilucha Anaïs, con su cara amarillenta y sus bruscos ademanes, violando al pequeño Marcel constituye una divertida imagen
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Claudine en París de Sidonie-Gabrielle Colette
¡Dios mío, que bonito es! Le doy mi mano sin decir nada, tan insistentemente le miro. ¡Nunca he visto nada tan lindo! ¡Si es una chica! ¡Es una chica con pantalones!
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Claudine en París de Sidonie-Gabrielle Colette
Me parece que, en total, solo he visto una vez a mi tía Coeur. Se parecía a la Emperatriz Eugenia, creo que para mortificar a su hermano, que se parece al Rey Sol
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¿Quién escribió la saga?