Claudine en París de Sidonie-Gabrielle Colette
¡Yo, que me creía curada de muchas cosas e incapaz de pasmarme ante otras! ¡Ay, vuelvo a Montigny...! A estrechar a brazadas la hierba alta y fresca, a dormirme de fatiga sobre un murete calentado por el sol, a beber en las hojas de las campa-nillas, donde la lluvia rueda como gotas de mercurio, a saquear los nomeolvides al borde del agua para tener luego el placer de dejarlos marchitar sobre una mesa, a lamer la savia gomosa de una varilla de sauce descortezada, a tocar la flauta con el tubo del tallo de las hierbas, a robar huevos de herrerillo y de carbonero, a arrugar las hojas olorosas de los groselleros silvestres... A abrazar, a abrazar todo cuanto amo! Quisiera besar un hermoso árbol y que éste me devolviera la caricia...
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