La maldición de los sueños de Rebecca Ross
(...) cuando viste mi reflejo en el espejo —expliqué—. Cuando dijiste mi nombre…, la piedra que hay dentro de mí se agrietó. Y no me arrepiento de que lo haya hecho, porque había olvidado lo vital que es que te conozcan por quien eres y no por lo que finges ser. Había olvidado lo maravilloso que era que te vieran, incluso con tus defectos y cicatrices.
|