La librería de Penelope Fitzgerald
-¿Por qué cree que abrir una librería es inverosímil? -le gritó al viento-. ¿La gente de Hardborough no quiere comprar libros? -Han perdido el deseo por las cosas raras -dijo Raven mientras seguía limando-. Se venden más arenques ahumados, por ejemplo, que truchas que están medio ahumadas y tienen un sabor más delicado. Y no me diga usted que los libros no constituyen una rareza en sí mismos. (cap. 1)
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