Según de Osvaldo Baigorria
Se le ocurrió transcribir esas frases y párrafos como si de esa manera pudiera retener, memorizar lo leído y que había olvidado por completo.
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Según de Osvaldo Baigorria
Se le ocurrió transcribir esas frases y párrafos como si de esa manera pudiera retener, memorizar lo leído y que había olvidado por completo.
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Según de Osvaldo Baigorria
Por supuesto que en su biblioteca tenía libros que nunca había leído y otros que sí pero no subrayó, por razones que ignoraba, quizá por desinterés o pereza.
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Según de Osvaldo Baigorria
Pero se distrajo con ciertas -muchas- marcas en forma de orejas en las esquinas de algunas páginas y subrayados que había hecho años atrás. Y le dio curiosidad por releer lo que indicaban esas marcas.
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Un barroco de trinchera. Cartas (1977-1986) de Osvaldo Baigorria
La intelectualidad es un pesado trabajo que te vacía las neuronas (y acabás leyendo mil pavadas, impuestas por la avalancha de erudición encubridora que nos aprieta y obliga a una chapucera competencia), al punto que casi no escribo poesía, avasallados mis vericuetos por la obligación a escribir una dilatada tesis sobre mis ya hartantes prostitutos.
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Un barroco de trinchera. Cartas (1977-1986) de Osvaldo Baigorria
Se ha provincianizado mucho Buenos Aires. Parecía que al levantar la tapa de la olla iba a saltar la lujuria, y no: saltan los cadáveres que aparecen verso a verso.
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Un barroco de trinchera. Cartas (1977-1986) de Osvaldo Baigorria
La belleza de tu carta no logra -ni quizás pretende- disimular la agudeza de tus juicios, la disparidad de nuestras perspectivas. Separados por lustros y continentes -lustros incontenibles y continentes lustrosos- disparamos en pos de cornucopias que solo en lo aparente se contradicen. Tu (vuestra búsqueda), la mía. Los mil(agros) del idioma, de la manutención de este estirado balbuceo.
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Un barroco de trinchera. Cartas (1977-1986) de Osvaldo Baigorria
Ni llego ni retrocedo -anclado aquí, atisbo inane la esperanza de algún periplo laboral que me permita dilapidar el precio de mi esclavitud en letargos indolentes- del trabajo a la cama.
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Un barroco de trinchera. Cartas (1977-1986) de Osvaldo Baigorria
Pero podría llegar a sugerir que tanto bajón me ha acostumbrado ya a esta llanura harto inundable, lejano ya de las efervescencias de antaño, tratando -renunciamientos de por medio- de encontrar lo poco bueno que aquí queda. La palabra bueno es una verdadera barbaridad, pero no me animo a reemplazarla por gozoso, por placentero, por simpático. Lo que noto es que lentamente voy elaborando el duelo.
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Un barroco de trinchera. Cartas (1977-1986) de Osvaldo Baigorria
Su movimiento había entrado en esa línea que atraviesa todos los devenires: vegetal, mineral, molecular, imperceptible. En vez de hacer pareja, de volverse una, la rosa mística y la espartaquista, la poética y la militante, comenzaban a hacer máquina, rosal, rizoma, multitud. Una flor bajaba a la tierra para devenir mil rosas.
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Un barroco de trinchera. Cartas (1977-1986) de Osvaldo Baigorria
Creo que su espiritualidad fue ante todo el éxtasis sin cilicios de la experiencia poética en alianza con la percepción alterada por las libaciones rituales. El contagio intelectual y vivencial del cuerpo místico y el cuerpo sin órganos. El anhelo de una experiencia intensiva de transustanciación donde se rompen las barreras corporales e identitarias, [...], aquello que conecta la flor de la agitación micropolítica con la liana amazónica desde la cual realiza su zambullida final en los ríos del misticismo tropical.
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Un barroco de trinchera. Cartas (1977-1986) de Osvaldo Baigorria
Barroco de trinchera: una lengua que se habla bajo fuego, en medio del combate, en una posición más subterránea que la oración de barricada. Una lengua menor pero urgente, apremiada por sacarle el cuerpo a la posibilidad de captura o destrucción en manos del enemigo. Una lengua política.
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Un barroco de trinchera. Cartas (1977-1986) de Osvaldo Baigorria
De aquel primer encuentro político-afectivo que había durado algo más de dos años quedó una relación fantasmal interrumpida por la bruma del exilio. [...] De aquel encuentro también quedó su influencia sobre mi propio nomadismo, sus coordenadas para cartografiar un mapa existencial en tránsito sobre un espacio abierto, liso, renuente a ser estriado por los tajos de la identidad.
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Un barroco de trinchera. Cartas (1977-1986) de Osvaldo Baigorria
Según desarrollaría en sus ensayos durante la década de 1980, para Perlongher "gay" era una voz norteamericana que encerraba el proyecto de construcción de un ghetto, un corral para domesticar el deseo, un alambre de púas para evitar las fugas con que el deseo podía fragmentar la normatividad heterosexual imperante. Ser "gay" era adherir a una identidad, aferrarse al borde del acantilado de cara al devenir, apegarse a la ilusión de unas islas.
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¿Cuál es el órgano que trasplantan a Cora?