La mejor madre del mundo de Nuria Labari
Para escribir sobre maternidad parece imprescindible traicionarse a una misma o al hijo, puede que a los dos como es mi caso.
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La mejor madre del mundo de Nuria Labari
Para escribir sobre maternidad parece imprescindible traicionarse a una misma o al hijo, puede que a los dos como es mi caso.
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La mejor madre del mundo de Nuria Labari
Puede que la tragedia sea la única manera de convertir la maternidad en tema universal. A lo mejor es que no existen temas universales sin dolor. Puede que no exista universo sin dolor.
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La mejor madre del mundo de Nuria Labari
Si masticas el fracaso hasta convertirlo en una enorme bola de chicle, no te quedará ninguna esperanza entre los dientes. Ni siquiera un pedacito de goma de mascar. Nada.
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El último hombre blanco de Nuria Labari
Como todas las mujeres que he conocido en mi vida, he sentido que tenía que ser la mejor para llegar a ser simplemente uno más.
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La mejor madre del mundo de Nuria Labari
La vida con hijos implica una sola certeza: se acabaron los días sin miedo
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El último hombre blanco de Nuria Labari
Todos los trabajos tienen una cosa en común: nos enseñan a cumplir normas con las que no estamos de acuerdo. Y cuanto más las cumplimos, mayor es la distancia que nos separa de nosotros mismos.
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El último hombre blanco de Nuria Labari
Una prisión mental no es un sitio donde no quieras estar, sino un lugar del que no podrías salir aunque quisieras. Es aquello que, aunque es tuyo, aunque crees que lo elegiste tú, en realidad fue diseñado por otros. Es donde te sientes libre mientras cumples unas normas que nunca podrás cambiar. Es donde la vida se te escapa.
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El último hombre blanco de Nuria Labari
Hay ciertas mentiras que en las grandes empresas se pueden decir en voz alta sin que nadie las discuta o las saque a la luz
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El último hombre blanco de Nuria Labari
Por eso la palabra "igualdad" sólo habla de poder y privilegio. Nadie quiere ser como las mujeres en nada.
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El último hombre blanco de Nuria Labari
Creí que solo era trabajo, pero al trabajo se va con el cuerpo. Creí que solo era dinero, pero el dinero sirve para someter a las personas. Creí que solo era un amor, un matrimonio, una hipoteca, un coche, una familia, pero todas esas cosas escondían una trampa por cada posibilidad que prometían. Creí que había que cambiar las cosas, me esforcé, hice lo correcto y lo conseguí. Gané, pero también me equivoqué. |
El último hombre blanco de Nuria Labari
Es verdad que vamos llegando algunas mujeres, pero si tienes una vulva entre las piernas, entonces habrás trabajado más que el resto para llegar aquí, habrás tenido que ser más fuerte que la mayoría, más agresiva y más hombre que cualquiera de los que nacieron con el privilegio.
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El último hombre blanco de Nuria Labari
El liderazgo sigue siendo vertical, pero la responsabilidad se ha vuelto horizontal.
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El último hombre blanco de Nuria Labari
Ganar más dinero implica siempre hacer propias las mentiras ajenas.
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El último hombre blanco de Nuria Labari
Hablar no es mirar a los ojos a la hora del desayuno y pedir al otro que abra su corazón. Los corazones son como las flores: pasan cerrados la mayor parte de su vida.
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El último hombre blanco de Nuria Labari
¿Es dueño de la memoria aquel que toma la palabra o quien la guarda callada en su pecho?
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El último hombre blanco de Nuria Labari
Me pregunto si la compasión puede ser una forma de eficacia, si, tal vez, tocar el dolor de los otros con amor podría ser una herramienta laboral. Alguien ha pensado que, en el lugar donde más tiempo pasamos, no merecemos empatía cuando algo nos va mal, cuando el día es difícil. Quizá ese alguien pueda explicarme también por qué debería beber más agua, escuchar más podcasts, concentrarme mejor, prestar atención a menos personas, poner el foco en el desayuno con mi hijo. Apuntar con precisión todo el tiempo, centrar el tiro, disparar. En definitiva, por qué la eficacia se parece tanto a llevar siempre una pistola y estar dispuesta a matar.
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El último hombre blanco de Nuria Labari
sabe que su debilidad no es algo que pueda mostrar. Ella, igual que yo, forma parte del antiguo sexo débil, de esa ofensa para el género y el desarrollo profesional, esa ofensa que estamos intentando eliminar entre todos. La debilidad debe morir; al menos en el trabajo, donde debe imperar la igualitaria selección natural entre los fuertes. Eso es lo justo y lo bueno.
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El último hombre blanco de Nuria Labari
Antes de despedirlas, las personas parecen todas iguales en el Excel, pero después hay que hablar con ellas, mirarlas a los ojos, escuchar lo que dicen. A un trabajador puedes arrancarle el lenguaje, pero en el último momento un ser humano puede mirarte a los ojos y decir una sola palabra: «Adiós» o «Gracias». Y hacerte sentir que detrás de cada trabajador hay una persona.
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El último hombre blanco de Nuria Labari
Los solucionadores de problemas no escuchamos; es una característica de los buenos profesionales, aunque no se valore igual en los buenos amigos. En el mundo laboral nadie tiene verdaderos amigos, todo es intercambio de beneficios. En todo caso, somos gente muy educada y prestamos mucha atención cuando alguien habla. Analizamos la información, abrimos mucho los ojos y finalmente ofrecemos la mejor solución. Pero escuchar no es eso. Escuchar es algo que solo pueden hacer los humanos. Esther aún puede hacerlo. Yo, en cambio, soy más lista, más rápida y eficaz que la mayoría.
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Gregorio Samsa es un ...