El último hombre blanco de Nuria Labari
Antes de despedirlas, las personas parecen todas iguales en el Excel, pero después hay que hablar con ellas, mirarlas a los ojos, escuchar lo que dicen. A un trabajador puedes arrancarle el lenguaje, pero en el último momento un ser humano puede mirarte a los ojos y decir una sola palabra: «Adiós» o «Gracias». Y hacerte sentir que detrás de cada trabajador hay una persona.
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