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/Después de que publiqué mis memorias visuales Heimat. Lejos de mi hogar, Timothy Snyder se me acercó y me preguntó si quería ilustrar su libro Sobre la tiranía, que se publicó por primera vez en 2017 como reacción a la victoria de Donald Trump en las elecciones de 2016. Heimat explora lo que significa vivir con el legado de las atrocidades del régimen nazi para un alemán hoy en día y, en última instancia, sobre cómo podemos aprender de la historia, por lo que trabajar con Timothy en una nueva edición de su importante libro, que reflexiona sobre las lecciones aprendidas de la política del siglo XX, parecía una continuación natural de mi trabajo anterior.
Las imágenes tienen poder político. Pueden cambiar nuestra forma de pensar, pueden desencadenar revoluciones, pero también pueden incitar a la violencia y engañarnos hacia un pensamiento extremista. Como ilustradora, es importante para mí reconocer el potencial que tienen las imágenes para incidir en la forma en que pensamos y sentimos, y usar este medio de manera responsable. Ilustrar es también un acto de presenciar, de ser testigos. Como ilustradores, reflexionamos sobre el mundo que vemos a nuestro alrededor y creamos nuestro trabajo como respuesta y en relación con él. En el mejor de los casos, las ilustraciones también pueden evocar un sentimiento de empatía en el lector. Las ilustraciones destacan las consecuencias humanas que los acontecimientos políticos tienen sobre los individuos. Pretenden subrayar el grado en que nuestras vidas individuales se ven afectadas si nuestras democracias se desmoronan. A menudo se olvida que la historia no son solo hechos, asumimos que es una serie cronológica de eventos porque le damos una estructura que tiene sentido en retrospectiva. A través de mi trabajo trato de transmitir la idea de que la historia también puede verse como una serie de momentos vividos individualmente en el tiempo.
Comencé a ilustrar el libro durante el último año de la presidencia de Donald Trump, y mientras trabajaba en él, cronológicamente, capítulo por capítulo y página por página, vi que los mismos peligros que describe Timothy Snyder se estaban desarrollando en tiempo real. Para mí, el libro funciona casi como un diario ilustrado, una pieza de periodismo visual que narra el tiempo en el que me encontré mientras creaba el arte. Debido a que los títulos de los capítulos en el libro de Timothy Snyder son tan esenciales para su mensaje, traté de pensar en imágenes fuertes que resuman la esencia de lo que trata cada capítulo. Sin embargo, era importante para mí que las imágenes transmitieran la idea de una manera simbólica en lugar de literal, porque creo que un enfoque más poético permite una identificación emocional más fuerte y, al hacerlo, también una mayor capacidad para memorizar y retener información. Timothy Snyder básicamente me dejó hacer lo que yo quería con el texto. Tuve mucha suerte de que depositara tanta confianza en mí y en mi trabajo.
Decidí combinar una variedad de estilos visuales y crear la idea de un álbum de recortes de fotografías, elementos gráficos e ilustraciones. al hacer esto, quería subrayar las formas multifacéticas en las que construimos lo que llamamos «historia» y la naturaleza fragmentaria de cómo percibimos la memoria, el lugar y el tiempo, cómo experimentamos y posteriormente construimos y reconstruimos nuestra comprensión de la historia y de la guerra y cómo la memoria de estos eventos se transmite de generación en generación. Por mucho que intentemos darles sentido en retrospectiva asignándoles un significado cronológico y conceptual particular, la historia también es una acumulación de momentos experimentados individualmente en el tiempo. La memoria, en gran medida, se basa en imágenes que son fragmentarias, fluidas y complejas en su codependencia y lógica interna. Esperaba que esta interpretación visual personalizada, similar a un collage, permitiera un compromiso emocional profundo con el texto.
Hay tantas. Pero como alemana, siempre diría que es necesario recordar la época del Tercer Reich y el régimen nazi. Nuestro mundo siempre se enfrentará al antisemitismo, al racismo y a otras formas de intolerancia contra los grupos que se perciben como minorías o simplemente como diferentes o no deseados. Es por eso que no podemos permitirnos el lujo de dejar nunca de hablar de lo que pasó bajo el régimen nazi, debemos enfrentarlo una y otra vez, y pensar en cómo podemos mantener los recuerdos y las historias, tanto las de las víctimas como las de los perpetradores y de los que siguieron vivos.
Un reconocimiento y el compromiso de seguir confrontando el pasado de nuestros países. Tenemos que aprender de la historia y tenemos la responsabilidad personal de defender nuestra democracia.
Cuando comenzó la guerra en Ucrania, comencé a entrevistar a un periodista ucraniano en Lviv y a un artista ruso en San Petersburgo sobre su experiencia de primera mano en la guerra. Estoy ilustrando sus vivencias en forma de cómic y están apareciendo semanalmente en LA Times, de Volkskrant y L`Espresso. Las primeras semanas también aparecieron en El País.
De niña me encantaban los libros de Astrid Lindgren, Michael Ende y Erich Kästner. Más tarde descubrí las novelas de Marguerite Duras y Shirley Jackson, y los libros de no ficción de Alexandra Fuller y Jo Ann Beard. También soy fan de Ian McEwan.
Hay tantos libros que quiero leer, por eso no he releído ninguno, excepto la serie Tintín del dibujante belga Hergé, que siempre me regresa a la infancia.
Me encanta el trabajo de Chris Ware, admiro la forma en que es capaz de deconstruir nuestro sentido del tiempo y del lugar y transmitir emociones sin sentimentalismos.
Recomendaría el trabajo del artista belga Olivier Schrauwen, especialmente su libro llamado Arsene Schrauwen que considero una psicodélica obra maestra.
¿Quizás la biblia? Podría ser un desafío interesante para alguien que no es particularmente religioso.
La frase de Hanna Arendt «Donde todos son culpables, nadie lo es» me ha quedado grabada como probablemente porque ilustra que, a menos que abandonemos nuestro contexto familiar y zona de confort, no podemos realmente reconocer quiénes somos.
Inventario de algunas cosas perdidas de Judith Schalansky, y Gente normal de Sally Rooney.
Cuantos años se lleva Ron con Fred y George?