Cuentos rusos y otros textos de Nadia Smirnova
Severo e implacable, el destino conduce a cada uno de nosotros, y solo al principio, preocupados por nosotros mismos, por todo tipo de casualidades y nimiedades, no sentimos su rígida mano. Mientras uno pueda engañarse a sí mismo y no tener vergüenza de mentir, se puede vivir y no sonrojarse por tener esperanza.
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