Matthew G. Lewis
La posesión, que produce hartazón en el hombre, en la mujer no hace más que aumentar su afecto. Matilde, cada día que pasaba, se sentía más unida al fraile. Desde que él gozaba de sus favores, se había vuelto más caro que nunca para ella, y se sentía agradecida por los placeres que compartía igualmente. Desafortunadamente, a medida que aumentaba la pasión de ella, la de Ambrosio se enfriaba. Sus mismas muestras de afecto provocaban disgusto en él, y su exceso no hacía sino matar la llama que ya languidecía en su pecho.