Mi padre y su museo de Marina Tsvietáieva
Porque él dio hasta su último suspiro, porque su último suspiro fue un acto de donación.
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Mi padre y su museo de Marina Tsvietáieva
Porque él dio hasta su último suspiro, porque su último suspiro fue un acto de donación.
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Mi madre y la música de Marina Tsvietáieva
Mi madre nos dio de beber de la vena abierta de la Lírica, como nosotras después, habiéndonos abierto la nuestra sin piedad, intentamos dar de beber a nuestros hijos la sangre de nuestra propia tristeza
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Mi madre y la música de Marina Tsvietáieva
Y porque las blancas, cuando las apretaba, se ponían claramente alegres, y las negras - de golpe tristes, de veras - tristes, tan de veras que cuando las apretaba era como si me apretara los ojos, de golpe brotaban las lágrimas.
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Mi padre y su museo de Marina Tsvietáieva
"si estoy orgullosa de algo, es de haber nacido de padres que jamás se aprovecharon de nada material, y si de todo lo espiritual".
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Mi madre y la música de Marina Tsvietáieva
Además de una mano grande, resultó que también tenía «un ataque sonoro y vigoroso» y «para una niña tan pequeña un touche sorprendentemente animado». Un touche animado sonaba como aterciopelado, y era marrón, y como toucher significa ‘tocar’, resultaba que yo tocaba el piano como el terciopelo: con terciopelo: con terciopelo marrón: como un gato: patte de velours.
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Mi padre y su museo de Marina Tsvietáieva
Pero cómo se alegraba con cada muestra de comprensión, con cada pregunta relacionada con el museo, con qué ganas él mismo – un anciano de setenta y cinco años y una persona terriblemente ocupada – hacía el recorrido del museo para chiquillos de nuestra edad, niños y niñas, él mismo mostrándolo y explicándolo, respondiendo detalladamente a las preguntas más ingenuas.
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Mi padre y su museo de Marina Tsvietáieva
Cuando cumplí los once, yo también me impliqué en el trabajo, es decir, cuando estábamos juntos, le escribía a papá sus cartas alemanas.
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Mi padre y su museo de Marina Tsvietáieva
Papá cantó durante tres días la única melodía que se sabía en la vida: los tres primeros compases de una aria de Verdi.
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Mi padre y su museo de Marina Tsvietáieva
¡ Que otros -como él, descalzos y estudiando "a la luz de unas virutas" -pueden verlo con sus propios ojos!"
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Mi padre y su museo de Marina Tsvietáieva
"Con esos veinte mil rublos de la anciana comenzó el museó."
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Mi madre y la música de Marina Tsvietáieva
Yo, silenciosa y obstinada, reduje mi música a la nada. Como el mar, que cuando se retira deja huecos, primero profundos, después menos, después apenas húmedos. Estos huecos musicales —huellas de los mares maternos— en mí se quedaron para siempre.
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Mi madre y la música de Marina Tsvietáieva
vi que en el pentagrama, en vez de notas había igorrioncitos! Entonces entendí que las notas viven en las ramas, cada una en la suya, y desde ahí saltan a las teclas, cada una a la suya. |
Mi padre y su museo de Marina Tsvietáieva
Yo lo hago por su mujer, que seguramente habría hecho lo mismo si hubiera tenido la dicha de vivir este día.
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Poemas de Marina Tsvietáieva
Testigo mudo de vivas tempestades reposo y vigilo las sombras. ¡Hasta que me lleve el azur en el caballo rojo, mi Genio! |
Mi madre y la música de Marina Tsvietáieva
Y así, del más oscuro fondo, viene hacia mí la cara redonda y llena de curiosidad de una niña de cinco años, sin sonrisa alguna, rosada aun a través de la negrura - como un negro que se ha zambullido en la aurora, o una rosa - en un estanque de tinta. El piano fue mi primer espejo, y la primera toma de conciencia de mi propio rostro fue a través de la negrura, de su traducción a la negrura como a una lengua oscura, pero comprensible. Y así, durante toda mi vida, para poder comprender la cosa más simple, siempre he tenido que sumergirla en los versos, y verla desde ahí.
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Mi madre y la música de Marina Tsvietáieva
— Cuando crezcas y mires atrás y te preguntes, ‘warum’ todo ha ido — como ha ido, ‘warum’ nada ha ido bien, no sólo para ti, sino para todos los seres que has amado, que has interpretado, —nada, para nadie— entonces podrás tocar ‘Warum’? Por lo pronto —hazlo lo mejor que puedas. |
Diarios de la Revolución de 1917 de Marina Tsvietáieva
Saber morir no necesariamente significa amar la inmortalidad. Saber morir -es saber superar la agonía- es decir, de nuevo: saber vivir.
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Mi madre y la música de Marina Tsvietáieva
Si con mayor frecuencia las madres dijeran cosas incomprensibles a sus hijos, estos hijos, al crecer, no sólo comprenderían más, sino que actuarían con mayor seguridad. Al niño no hay que explicarle nada, al niño hay que – hechizarlo. Y mientras más enigmáticas sean las palabras del hechizo – más profundamente arraigarán en él
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¿Cómo se llama el presentador de Los Juegos del Hambre?