Mi padre y su museo de Marina Tsvietáieva
Pero cómo se alegraba con cada muestra de comprensión, con cada pregunta relacionada con el museo, con qué ganas él mismo – un anciano de setenta y cinco años y una persona terriblemente ocupada – hacía el recorrido del museo para chiquillos de nuestra edad, niños y niñas, él mismo mostrándolo y explicándolo, respondiendo detalladamente a las preguntas más ingenuas.
|