El libro vacío. Los años falsos de Josefina Vicens
Sollocé inconsolable por lo que se me moría, antes de vivirlo. Sin saberlo, creyendo que lloraba por mí, en realidad lloraba por los dos más agrios dolores del hombre: el amor y el adiós.
|
El libro vacío. Los años falsos de Josefina Vicens
Sollocé inconsolable por lo que se me moría, antes de vivirlo. Sin saberlo, creyendo que lloraba por mí, en realidad lloraba por los dos más agrios dolores del hombre: el amor y el adiós.
|
El libro vacío. Los años falsos de Josefina Vicens
Recuerdo que a medida que mi padre hablaba me invadía una especie de asfixia: por lo que decía y por cómo lo decía. Fue la primera vez que sentí el horror de estar encarcelado, condenado sin remedio.
|
El libro vacío. Los años falsos de Josefina Vicens
Aún veo los ojos de mi madre; expresaban tal congoja, que me dio la impresión de que en el tiempo brevísimo que transcurrió entre mis palabras y su mirada, había presentido mi destino y contemplaba a un hijo muerto. Pero no dijo nada.
|
El libro vacío. Los años falsos de Josefina Vicens
Cuántos deseos no realizados sobreviven tenuemente en mí y aparecen de pronto, aunque amortiguados por la larga y espesa distancia.
|
El libro vacío. Los años falsos de Josefina Vicens
¿Cómo harán los que escriben? ¿Cómo lograrán que sus palabras los obedezcan? Las mías van por donde quieren, por donde pueden. Cuando ya las veo escritas, cuando con una vergüenza golosa las releo, me dan pena. Siento que van desprendiéndose de mí y cayendo en mi cuaderno. Cayendo solamente, sin forma, sin premeditada colocación.
|
|
El libro vacío. Los años falsos de Josefina Vicens
Si me preguntaran: ¿qué sientes?, únicamente podría decir: ¡siento que no me importa! Pero si insistieran en qué es lo que no me importa, ya no podría contestar. Es una idea muy delgada; me sigue interesando todo, pero sin importarme. Hay una gran diferencia, lo aseguro.
|
El libro vacío. Los años falsos de Josefina Vicens
Sé que hay pequeñas separaciones provisionales que me hacen experimentar esa limpia tristeza de estar lejos de algo que me pertenece, a lo que volveré, pero de lo que, no obstante, puedo alejarme por algún tiempo.
|
El libro vacío. Los años falsos de Josefina Vicens
Pero sobre todo, un temblor permanente, por dentro, un quebranto. Es como la seguridad de que algo va a ocurrir, el temor de que ocurra y la impaciencia de que ya ocurra. A veces pienso si esa angustia no será la gran angustia del miedo a la muerte, sólo que atenuada por el hábito de sentirla. Porque no es que sea excesiva y que yo tenga que ocuparme de disminuirla. No; la siento de mi tamaño exacto. Lo que tiene de desesperante no es su dimensión, sino su permanencia, su residencia definitiva en mí.
|
El libro vacío. Los años falsos de Josefina Vicens
(…) me miro insistentemente las manos (…) Es algo como realizar para mí mismo una identificación, una rápida comprobación de verdadera existencia física. Como si hubiera un grave desajuste entre lo que soy y lo que me representa, y necesitara yo, de pronto, notarme.
|
El libro vacío. Los años falsos de Josefina Vicens
(…) a pesar de que desde hace tantos años soy el mismo y hago lo mismo, no sé por qué me siento ajeno a mí; como si accidentalmente hubiera yo caído dentro de mi cuerpo y de pronto me diera cuenta del sitio en que habito.
|
El libro vacío. Los años falsos de Josefina Vicens
Me inquieta este niño: tiene una mirada extraña, una expresión ausente, una melancolía que no corresponde a sus pocos años. ¡Fue tan inesperado su nacimiento y tan poco deseado en realidad! No me lo perdono. Estoy seguro que influyó en él nuestro cobarde rechazo.
|
El libro vacío. Los años falsos de Josefina Vicens
Pero escribir es otra cosa. Escribir es decir a otros, porque para decirse a uno mismo basta un intenso pensamiento y un distraído susurro entre los labios. Y no se puede decir algo a los otros cuando se tiene la conciencia de que no se posee nada que aportar. Pero si la conciencia es lo suficientemente aguda para entender esto, no debería ser tan débil ante el apetito de decir y éste debería ser tan moderado que resultara posible vencerlo.
|
El libro vacío. Los años falsos de Josefina Vicens
No puede acabar lo que no empieza y no empieza porque no tengo nada que decir.
|
El libro vacío. Los años falsos de Josefina Vicens
¡No soy escritor! No lo soy; esto que ves aquí, este cuaderno lleno de palabras y borrones no es más que el nulo resultado de una desesperante tiranía que viene no sé de dónde. Todo esto y todo lo que iré escribiendo es sólo para decir nada y el resultado será, en último caso, muchas páginas llenas y un libro vacío.
|
El libro vacío. Los años falsos de Josefina Vicens
No puedo decirle que cada nueva palabra es un machacante retroceso a la primera y que ésta es tan intrascendente e insegura como la última. Que ninguna tiene un sentido importante que la justifique y que todas juntas, las que ya están escritas y las que faltan por escribir, serán únicamente el burdo contorno de un hueco, de un vacío esencial.
|
El libro vacío. Los años falsos de Josefina Vicens
¡Qué absurdo, Dios mío, qué absurdo! Si el libro no tiene eso, inefable, milagroso, que hace que una palabra común, oída mil veces, sorprenda y golpee; si cada página puede pasarse sin que la mano tiemble un poco; si las palabras no pueden sostenerse por sí mismas, sin los andamios del argumento; si la emoción sencilla, encontrada sin buscarla, no está presente en cada línea, ¿qué es un libro?
|
El libro vacío. Los años falsos de Josefina Vicens
No he querido hacerlo. Me he resistido durante veinte años. Veinte años de oír: “tienes que hacerlo…, tienes que hacerlo”. De oírlo de mí mismo. Pero no de ese yo que lo entiende y lo padece y lo rechaza. No; del otro, del subterráneo, de ese que fermenta en mí con un extraño hervor.
|
El libro vacío. Los años falsos de Josefina Vicens
Hoy he comparado los dos cuadernos. Así no podré terminar nunca. Me obstino en escribir en éste lo que después, si considero que puede interesar, pasaré al número dos, ya cernido y definitivo. Pero la verdad es que el cuadernillo número dos está vacío y éste casi lleno de cosas inservibles. Creí que era más fácil.
|
Gregorio Samsa es un ...