Poesía completa de José Lezama Lima
Pericia del despertar, ni su cuerpo, ni su sombra, noche para noche casta, sin suspiro y luna amarga, al desvanecerse herida, esperan sin despertar, entre las hojas de piedras. |
Poesía completa de José Lezama Lima
Pericia del despertar, ni su cuerpo, ni su sombra, noche para noche casta, sin suspiro y luna amarga, al desvanecerse herida, esperan sin despertar, entre las hojas de piedras. |
Poesía completa de José Lezama Lima
Oh, que tú seas el fin que entorna los balcones que despiertan sin nunca despertar en la hora prestada, al baño de los ciervos. Que lo que aprisiones sea más que el ruido del brazo donde todo es mar afinado para el solo momento de alcanzar el relente. Oh, que tus labios asciendan en la respiración de los balcones que aceptan la prisa del humo deletreado y tus miradas se estilen en la orilla de los ríos reemplazando a los suicidas. |
Poesía completa de José Lezama Lima
Lento se cae el paredón del sueño; dulce costumbre de esto incierto paso; grita y se destruyen sus escalas. Ya el viento navega a nuevo vaso y sombras buscan deseado dueño. ¿Y si al morir no nos acuden alas? |
Poesía completa de José Lezama Lima
Primera luz de una ceniza atarte al borrado principio que nos lleva -fino aliento extendido como seda-, galopando al espejo donde recobrarte. Último desdén que sus cenizas nieva, nacido ya el abismo de olvidarte, si frío el recuerdo escaso veda el mínimo paladeo de nombrarte. |
Poesía completa de José Lezama Lima
Ahora que estoy, golpeo, no me siento, rompo de nuevo la armadura hendida, empiezo falseando mi lamento, concluyo durmiéndome en la herida, que no en mí, en la pared, procura el viento, y no es mi herida si la luz perdida procura ironizar el firmamento o se recuesta en la cometa huida. |
Poesía completa de José Lezama Lima
Olvido de la corriente, esencia del sacrificio y candelas de la orilla. Cuerpo que se mancilla ya con el nuevo artificio: ausente, no estás ausente. |
Poesía completa de José Lezama Lima
Siento que no me siento; borro, la hostiga la nada. Frente a la muralla el ojo traza la ciudad cansada. Rasgada flecha o rastrojo suman un solo lamento. |
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Poesía completa de José Lezama Lima
Una sonrisa que no termina. Una sonrisa que sabe terminar admirablemente. La sonrisa se agranda como la noche y los ojos se reducen a una pequeña piedra escondida. Calidad de un mineral que se guarda en un paño de aceite milenario: Saber reírse y dar la mano. Las pausas y los hallazgos de la risa transcurren con la sencillez de una silla pompeyana. La mano ofrece la brevedad del rocío y el rocío queda como la arena tibia del recuerdo. Ofrecerá así siempre la sencillez compleja de la risa y el acuoso laberinto de su mano en el sueño. |
Poesía completa de José Lezama Lima
última contradicción: entrar en el espejo que camina hacia nosotros, donde se encuentran las espaldas, y en semejanza empiezan los ojos sobre los ojos de las hojas, la contradicción de las contradicciones. |
Poesía completa de José Lezama Lima
Estoy en la primera esquina de la mañana, miro a todas partes y comprendo que no es la nada con su abrigo de escarcha. Es la mañana de las espinas, me detengo con la respiración entre dos piedras. |
Poesía completa de José Lezama Lima
Siento que nado dormido dentro de un tonel de vino. Nado con las dos manos amarradas. |
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Poesía completa de José Lezama Lima
Por las noches hace su recorrido y pierde su identidad. Se diluye en la noche y la noche lo despedaza silenciosamente. |
Poesía completa de José Lezama Lima
Ahora no pasa, el aire niega, es un polvillo lo que nos deja, y aquel polvillo suave reniega de su sombra con una queja. Pregunta al deshacerse, al sonreír, responden los elfos con su rocío. Se doblega en la glorieta del vacío, la incauta, la que se niega a venir. |
Poesía completa de José Lezama Lima
Comienzo porque sé que alguien me oye, la que oyó mi nacimiento. Mi madre, estoy muy ahogado, voy a quemar los polvos [...] |
Poesía completa de José Lezama Lima
¿Y el amor? La manera de repasar una garganta con los dientes o con la saliva fría que no dice y se extiende como la astilla morada de las ruinas. Cuando el día comienza con el amanecer de las abejas o la noche se extiende para morder el mantel del mediodía, es la mitad amistosa, la mitad y la sombra del amor, los días suenan incompletos, las nubes sin sabor. Pero un día la muerte recobra el absoluto de su oleaje, y su ola lenta reina en la extensión de nuestra espalda, entonces comprendemos que la amistad estaba muerta y el amor se extinguía. |
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Poesía completa de José Lezama Lima
Sólo la rosa es bastante frágil para exprimir la eternidad. Cierta rosa, que es menos un color, que una respiración. Cerramos los ojos y la rosa dice: Soy yo. |
Gregorio Samsa es un ...