Poesía completa de José Lezama Lima
Una sonrisa que no termina. Una sonrisa que sabe terminar admirablemente. La sonrisa se agranda como la noche y los ojos se reducen a una pequeña piedra escondida. Calidad de un mineral que se guarda en un paño de aceite milenario: Saber reírse y dar la mano. Las pausas y los hallazgos de la risa transcurren con la sencillez de una silla pompeyana. La mano ofrece la brevedad del rocío y el rocío queda como la arena tibia del recuerdo. Ofrecerá así siempre la sencillez compleja de la risa y el acuoso laberinto de su mano en el sueño. |