Poesía completa de Jorge Luis Borges
[...] le fue dado el amor, cosa terrible. Le fue dado saber que entre las bellas mujeres de la tierra solo hay una [...] |
Poesía completa de Jorge Luis Borges
[...] le fue dado el amor, cosa terrible. Le fue dado saber que entre las bellas mujeres de la tierra solo hay una [...] |
Poesía completa de Jorge Luis Borges
Antes que el sueño -o el terror- tejiera mitologías y cosmogonías, antes que el tiempo se acuña en días, el mar, el siempre mar, ya estaba y era. ¿Quién es el mar? ¿Quién es aquel violento y antiguo ser que roe los pilares de la tierra y es uno de muchos mares y abismo y resplandor y azar y viento? Quien lo mira lo ve por vez primera, siempre. Con el asombro que las cosas elementales dejan, las hermosas tardes, la luna, el fuego de una hoguera. ¿Quién es el mar, quién soy? Lo sabré el día ulterior que sucede a la agonía. |
Poesía completa de Jorge Luis Borges
Sabe que no es un dios y que es un hombre que muere con el día. No le importa. |
Poesía completa de Jorge Luis Borges
Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir. Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única. |
Poesía completa de Jorge Luis Borges
Le fue dado el lenguaje, esa mentira, le fue dada la carne, que es arcilla, le fue dada la obscena pesadilla y en el cristal del otro, el que nos mira. |
Poesía completa de Jorge Luis Borges
Al olvido, a las cosas del olvido, acabo de erigir este monumento, sin duda menos perdurable que el bronce y que se confunde con ellas. |
Poesía completa de Jorge Luis Borges
Y la ciudad, ahora, es como un plano de mis humillaciones y fracasos; desde esa puerta he visto los ocasos y ante ese mármol he aguardado en vano. Aquí el incierto ayer y el hoy distinto me han deparado los comunes casos de toda suerte humana; aquí mis pasos urden su incalculable laberinto. Aquí la tarde cenicienta espera el fruto que le debe la mañana; aquí mi sombra en la no menos vana sombra final se perderá, ligera. No nos une el amor sino el espanto; será por eso que la quiero tanto. |
Poesía completa de Jorge Luis Borges
El alma busca el fin, apresurada. Ha oscurecido un poco. Ya se ha muerto. Anda una mosca por la carne quieta. ¿De qué puede servirme que aquel hombre haya sufrido, si yo sufro ahora? |
Poesía completa de Jorge Luis Borges
Somos el vano río prefijado, rumbo a su mar. La sombra lo ha cercado. Todo nos dijo adiós, todo se aleja. La memoria no acuña su moneda. Y sin embargo hay algo que se queda y sin embargo hay algo que se queja. |
Poesía completa de Jorge Luis Borges
¿Dónde está la memoria de los días que fueron tuyos en la tierra, y tejieron dicha y dolor y fueron para ti el universo? El río numerable de los años los ha perdido; eres una palabra en un índice. |
Poesía completa de Jorge Luis Borges
Para borrar o mitigar la saña de lo real, buscaba lo soñado y le dieron un mágico pasado |
Poesía completa de Jorge Luis Borges
Nadie es la patria, pero todos lo somos. Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante ese límpido fuego misterioso. |
Poesía completa de Jorge Luis Borges
[...] amor y víspera de amor y recuerdos intolerables, el sueño como un tesoro enterrado, el dadivoso azar y la memoria, que el hombre no mira sin vértigo, todo esto te fue dado, y también el antiguo alimento de los héroes: la falsía, la derrota, la humillación. |
Poesía completa de Jorge Luis Borges
Yo sé que todo privilegio, aunque oscuro, es de linaje de milagro y mucho lo es el de participar en esta vigilia, reunida alrededor de lo que no se sabe: del Muerto, reunida para acompañar y guardar su primera noche en la muerte. |
Poesía completa de Jorge Luis Borges
[...] fue cegado y tumbado por la muerte donde un oscuro río pierde el nombre, así habré de caer. Hoy es el término. La noche lateral de los pantanos me acecha y me demora. Oigo los cascos de mi caliente muerte que me busca con jinetes, con belfos y con lanzas. Yo que anhelé ser otro, ser un hombre de sentencias, de libros, de dictámenes, a cielo abierto yaceré entre ciénagas [...] |
Poesía completa de Jorge Luis Borges
Nadie es la patria. Ni siquiera el jinete que, alto en el alba de una plaza desierta, rige un corcel de bronce por el tiempo, ni los otros que miran desde el mármol, ni los que prodigaron su bélica ceniza por los campos de América o dejaron un verso o una hazaña o la memoria de una vida cabal en el justo ejercicio de los días. Nadie es la patria. Ni siquiera los símbolos. Nadie es la patria. Ni siquiera el tiempo cargado de batallas, de espadas y de éxodos y de la lenta población de regiones que lindan con la aurora y el ocaso, y de rostro que van envejeciendo en los espejos que se empañan y de sufridas agonías anónimas que duran hasta el alba y de la telaraña de la lluvia sobre negros jardines. |
Poesía completa de Jorge Luis Borges
Mirar el río hecho de tiempo y agua y recordar que el tiempo es otro río, saber que nos perdemos como el río y que los rostros pasan con el agua. Sentir que la vigilia es otro sueño que sueña no soñar y que la muerte que teme nuestra carne es esa muerte de cada noche, que se llama sueño. Ver en el día del hombre y de sus años, convertir el ultraje de los años en una música, un rumor y un símbolo, ver en la muerte el sueño y en el ocaso un triste otro, tal es la poesía que es inmortal y pobre. La poesía vuelve como la aurora y el ocaso. A veces en las tardes una cara nos mira desde el fondo de un espejo; el arte debe ser como ese espejo que nos revela nuestra propia cara. |
Poesía completa de Jorge Luis Borges
Siento el pavor de la belleza; ¿quién se atreverá a condenarme si esta gran luna de mi soledad me perdona?
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Poesía completa de Jorge Luis Borges
Ya toda vida, por humilde que sea, puede pisar su nada y su noche. Y Dios lo habrá olvidado y es menos una injuria que una piedad demorar su infinita disolución con limosnas de odio. |
Poesía completa de Jorge Luis Borges
En el espejo de esta noche alcanzo mi insospechado rostro eterno. El círculo se va a cerrar. Yo aguardo que así sea. Pisan mis pies la sombra de las lanzas que me buscan. Las befas de mi muerte, los jinetes, las crines, los caballos se ciernen sobre mí... Ya el primer golpe, ya el duro hierro que me raja el pecho, el íntimo cuchillo en la garganta. |
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