Mendelssohn en el tejado de Jiri Weil
En la azotea el asunto era bien distinto. Esta vez se trataba de una estatua, de una estatua judía. Y derribando la estatua de un judío, para colmo compositor, no se cometía ningún pecado.
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Mendelssohn en el tejado de Jiri Weil
En la azotea el asunto era bien distinto. Esta vez se trataba de una estatua, de una estatua judía. Y derribando la estatua de un judío, para colmo compositor, no se cometía ningún pecado.
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Vida con estrella de Jiri Weil
—Tomáš —pregunté—, ¿por qué de todas las casas has ido a elegir mi buhardilla? Me has entendido mal. Te hablé de alegría y felicidad, pero en ningún caso en este cubículo. Aquí no hay siquiera ratones, hay goteras en las paredes. No hay un lar, únicamente una estufilla agrietada que no da calor. Tampoco vas a encontrar alimento. Tan solo podría compartir contigo sucedáneos y café solo preparado con bellotas molidas.
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Vida con estrella de Jiri Weil
Me quedaban pocas cerillas y me encontraba en una casucha de las afueras vestido con unos pantalones de deporte mugrientos. Junto a la estufilla se extendía el colchón; en la pared, en una hornacina, estaban colgados mi abrigo y mi único traje. Había quemado la cama y el armario. Había quemado todo lo que se podía quemar, porque no tenía carbón y porque no les quería dejar nada. No se quedarían con nada mío, ni siquiera con los calcetines viejos con los que sellaba las ventanas y las puertas ni con las cortinas con las que me había fabricado un paño para el suelo ni con los muebles que ya se había tragado la estufa.
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Vida con estrella de Jiri Weil
Hacía frío, pues la estufa no llegaba a caldear la buhardilla. Las puertas y ventanas no encajaban; en vano había tratado de sellarlas con calcetines viejos. Dos veces había deshollinado ya el conducto. Estaba cansado, lleno de mugre y desesperado. Tenía hambre y era la hora de comer.
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Gregorio Samsa es un ...