Vida con estrella de Jiri Weil
Me quedaban pocas cerillas y me encontraba en una casucha de las afueras vestido con unos pantalones de deporte mugrientos. Junto a la estufilla se extendía el colchón; en la pared, en una hornacina, estaban colgados mi abrigo y mi único traje. Había quemado la cama y el armario. Había quemado todo lo que se podía quemar, porque no tenía carbón y porque no les quería dejar nada. No se quedarían con nada mío, ni siquiera con los calcetines viejos con los que sellaba las ventanas y las puertas ni con las cortinas con las que me había fabricado un paño para el suelo ni con los muebles que ya se había tragado la estufa.
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