Antología poética de Jaime Sabines
Amaneció sin ella. Apenas si se mueve. Recuerda. (Mis ojos, más delgados, la sueñan.) ¡Qué fácil es la ausencia! En las hojas del tiempo es gota del día resbala, tiembla. |
Antología poética de Jaime Sabines
Amaneció sin ella. Apenas si se mueve. Recuerda. (Mis ojos, más delgados, la sueñan.) ¡Qué fácil es la ausencia! En las hojas del tiempo es gota del día resbala, tiembla. |
Recuento De Poemas. 1950 - 1993 de Jaime Sabines
“Alguien me habló todos los días de mi vida al oído, despacio, lentamente. Me dijo: ¡vive, vive, vive! Era la muerte.” |
Recuento De Poemas. 1950 - 1993 de Jaime Sabines
Uno puede llorar hasta con la palabra “excusado” si tiene ganas de llorar.
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Recuento De Poemas. 1950 - 1993 de Jaime Sabines
Enterradla. Hay muchos hombres quietos, bajo tierra, que han de cuidarla. No la dejéis aquí. Enterradla. |
Recuento De Poemas. 1950 - 1993 de Jaime Sabines
“Ustedes no conocen la muerte todavía; cuando la conozcan ya no hablaran de ella, se dirán que no hay tiempo sino para vivir” |
Recuento De Poemas. 1950 - 1993 de Jaime Sabines
“Hay un modo de que me hagas completamente feliz, amor mío: muérete”
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Los amorosos de Jaime Sabines
Te esperaré a las 4 de la tarde en el lugar de siempre. Cualquier día de éstos, Mañana, el Lunes, el Martes…Yo estaré allí, aguardándote, creyendo.
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Uno es el poeta. Antología de Jaime Sabines
Espero curarme de ti Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad. ¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada. Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»… Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»). Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón. + Leer más |
Jaime Sabines
Me encanta Dios. Es un viejo magnífico que no se toma en serio. A él le gusta jugar y juega, y a veces se le pasa la mano y nos rompe una pierna o nos aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco cegatón y bastante torpe con las manos. Nos ha enviado a algunos tipos excepcionales como Buda, o Cristo, o Mahoma, o mi tía Chofi, para que nos digan que nos portemos bien. Pero esto a él no le preocupa mucho: nos conoce. Sabe que el pez grande se traga al chico, que la lagartija grande se traga a la pequeña, que el hombre se traga al hombre. Y por eso inventó la muerte: para que la vida -no tú ni yo- la vida, sea para siempre. Ahora los científicos salen con su teoría del Big Bang... Pero ¿qué importa si el universo se expande interminablemente o se contrae? Esto es asunto sólo para agencias de viajes. A mí me encanta Dios. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye bien el tránsito en el camino de las hormigas. Y es tan juguetón y travieso que el otro día descubrí que ha hecho -frente al ataque de los antibióticos- ¡bacterias mutantes! Viejo sabio o niño explorador, cuando deja de jugar con sus soldaditos de plomo y de carne y hueso, hace campos de flores o pinta el cielo de manera increíble. Mueve una mano y hace el mar, y mueve la otra y hace el bosque. Y cuando pasa por encima de nosotros, quedan las nubes, pedazos de su aliento. Dicen que a veces se enfurece y hace terremotos, y manda tormentas, caudales de fuego, vientos desatados, aguas alevosas, castigos y desastres. Pero esto es mentira. Es la tierra que cambia -y se agita y crece- cuando Dios se aleja. Dios siempre está de buen humor. Por eso es el preferido de mis padres, el escogido de mis hijos, el más cercano de mis hermanos, la mujer más amada, el perrito y la pulga, la piedra más antigua, el pétalo más tierno, el aroma más dulce, la noche insondable, el borboteo de luz, el manantial que soy. A mí me gusta, a mí me encanta Dios. Que Dios bendiga a Dios. + Leer más |
Los amorosos de Jaime Sabines
Es aquí en la vida en donde tengo que encontrar remedio de la vida. Y una buena receta es el amor y el saber mirar por encima de mi hombro mis propias penas.
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Los amorosos de Jaime Sabines
Vendríamos de la mano, a media calle, solos, y no diríamos nada. Que lo diga la noche. Que digan que te quiero las estrellas, los rumores lejanos, la distancia.
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Los amorosos de Jaime Sabines
Te quiero, sí, te quiero: pero a medida de que te quiero se me van haciendo innecesarias las palabras.
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