Tiempo de mariposas de Irene Anguas
Eran unas fiestas cargadas de tradición. Los niños pasábamos unos días alimentando con frutos al “Caga Tió” para que en la Nochebuena nos los compensara con regalos. El “Tió” era un tronco, generalmente hecho por el padre o el abuelo, al que le clavaban dos patas delanteras, le ponían una barretina en la cabeza y les pintaban los ojos y la boca. Luego lo dejaban junto al fuego y, para que los niños no viésemos cómo los mayores cambiaban los frutos por las chucherías, lo cubrían con una manta diciéndonos que no debía pasar frío.
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