La promesa de los abedules de Enara de la Peña
Se buscaron en la penumbra, con el tacto de su lengua perfilando los límites de su piel, en un beso que albergaba un mundo de sensaciones veladas.
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La promesa de los abedules de Enara de la Peña
Se buscaron en la penumbra, con el tacto de su lengua perfilando los límites de su piel, en un beso que albergaba un mundo de sensaciones veladas.
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La promesa de los abedules de Enara de la Peña
Pero hasta la más pequeña de las sombras necesita una vela que la ilumine para que su existencia tenga sentido.
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La Maldición del Cisne de Enara de la Peña
Cristas fue la primera persona que, al mirarlos, los vio. A ellos, a los dos.
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La Maldición del Cisne de Enara de la Peña
Desde el principio, los dos hermanos le habían robado más que el aliento, se habían adueñado de su corazón.
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La Maldición del Cisne de Enara de la Peña
A Cristas todavía le costaba comprender que el mundo fuese incapaz de diferenciarlos, cuando para él se asemejaban a dos copos de nieve: delicados, hermosos, mágicos, aunque sobre todo únicos.
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La última plegaria del dragón de Enara de la Peña
Ambos volvieron a mirarse a los ojos, con la emoción de la anticipación brillando en ellos, en unos instantes que oscilaban entre ser eternos o durar un suspiro.
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La última plegaria del dragón de Enara de la Peña
Sabía a especias, a metal, a té amargo. A todo lo que había anhelado y no supo lo que era hasta que lo encontró.
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La última plegaria del dragón de Enara de la Peña
Incluso unos ojos tan profundos podían ocultar la mirada de un cachorro servicial.
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La última plegaria del dragón de Enara de la Peña
Lo único que Kimitake tenía que hacer era extenderle la mano, mostrarle lo profundo que era el abismo y regresar a casa. Cualquiera que ve lo afilados que son los dientes del lobo retrocede.
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El lamento de los abedules de Enara de la Peña
Las cicatrices nos atan a la tierra, nos recuerdan que somos humanos, criaturas frágiles, y que por eso debemos apreciar más lo que tenemos. Esta marca forma parte de ti, pero no te define, aunque te empeñes en juzgar al mundo y que te juzguen a través de ella.
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El lamento de los abedules de Enara de la Peña
El amor nunca es inútil. Será doloroso, satisfactorio o angustioso, puede ser mil cosas y otras mil diferentes para la otra persona. Pero decirle a alguien que le quieres de corazón es un regalo, y no solo para el que recibe tu cariño. Es un preciado obsequio que llena nuestras vidas.
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El lamento de los abedules de Enara de la Peña
No me importa recibir tus golpes si con ello calmas tu espíritu.
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El lamento de los abedules de Enara de la Peña
Pero hasta la más pequeña de las sombras necesita una vela que le ilumine para que su existencia tenga sentido.
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Drácula, Bram Stoker