El invencible verano de Liliana de Cristina Rivera Garza
[...] Y rotulamos las cajas con su nombre en letras mayúsculas. Como si se nos fuera a olvidar.
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El invencible verano de Liliana de Cristina Rivera Garza
[...] Y rotulamos las cajas con su nombre en letras mayúsculas. Como si se nos fuera a olvidar.
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Me llamo cuerpo que no está. Poesía completa de Cristina Rivera Garza
Escribo se esfume retengo Estoy parecen tiene es Estoy se parece serlo es cruza está tiene Voy caminando Estoy hablando me encuentro hay creo recordar llegar a saber Estoy pasa desaparecen preocupa estén estoy corriendo estoy me doy cuenta están corriendo vamos he tenido haber estado andando me duelen las siento Sigo corriendo estamos Me suena no lo conozco |
El invencible verano de Liliana de Cristina Rivera Garza
Las víctimas se quedan porque saben que cualquier movimiento súbito va a provocar al oso. Se quedan porque con el tiempo han podido desarrollar algunas herramientas capaces de calmar, a veces con éxito, a la presa furiosa: ruegan, suplican, prometen, adulan, demuestran públicamente su afecto por el depredador y su alianza con la gente que, como la policía o los licenciados o los amigos o la familia, podría salvar sus vidas. Las mujeres se quedan porque ven que el oso se aproxima. Y quieren vivir.
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El invencible verano de Liliana de Cristina Rivera Garza
“Nadie les creyó. O mejor dicho, solo le creyeron los que siempre creen que las mujeres asesinadas son culpables de la violencia que las mató”
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El invencible verano de Liliana de Cristina Rivera Garza
“A gran parte de los feminicidios que se cometieron antes de esa fecha se les llamó crímenes de pasión. Se le llamó andaba en malos pasos. Se le llamó ¿para qué se viste así? Se le llamó una mujer siempre tiene que darse su lugar. Se le llamó debió de haber hecho algo para acabar de esta forma. Se le llamó sus padres la descuidaron. Se le llamó la chica que tomó una mala decisión. Se le llamó, incluso, se lo merecía”
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El mal de la Taiga de Cristina Rivera Garza
Es bueno recordar a veces los confines del planeta. Es bueno recordar que se vive, de hecho, en un planeta.
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El invencible verano de Liliana de Cristina Rivera Garza
Este libro es para celebrar su paso por la tierra y para decirle que, claro que sí, lo vamos a tirar. Al patriarcado lo vamos a tirar.
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El invencible verano de Liliana de Cristina Rivera Garza
Siempre he creído en la libertad porque solo en libertad podemos conocer de qué estamos hechos. La libertad no es el problema. El problema son los hombres
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El invencible verano de Liliana de Cristina Rivera Garza
Quisiera retener un momento, llegar quizás a la sublimación, ¿y no es acaso eso la felicidad? Un momento, una imagen, un color, un gesto
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Había mucha neblina o humo o no sé qué de Cristina Rivera Garza
No conocemos las cosas como sucedieron, sino como emergen, en el presente, en un instante de peligro.
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El invencible verano de Liliana de Cristina Rivera Garza
Yo no quiero para mí ni para ti, ni para nadie, un final así; porque la destrucción y el desencanto no son un romanticismo ardiente sino un romanticismo asesino. Porque estamos aquí, sí, llenas de talentos, no para alimentar la maestría vampírica de otros, ni para caer ciegas en el abismo de la locura, ni para cargar una piedra como San Jerónimo. Estamos aquí con el peso encantado de la existencia y la ligereza, la ligereza plácida del sueño, porque tenemos muchas cosas por decir, hacer, pensar, repensar, recrear; porque nuestro punto de vista es nuevo para una historia que lo ha negado, usurpado, ciento de millones de veces; porque tenemos que decir: ¡Ya basta!
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El invencible verano de Liliana de Cristina Rivera Garza
Invisible pero patente de muchas formas, la presencia de los muertos nos acompaña en los minúsculos intersticios de los días. Por sobre el hombro, a un lado de la voz, en el eco de cada paso. Arriba de las ventanas, en el filo del horizonte, entre las sombras de los árboles. Siempre están allá y siempre están aquí, con y adentro de nosotros y afuera, envolviéndonos con su calidez, protegiéndonos de la intemperie. Éste es el trabajo del duelo: reconocer su presencia, decirle que sí a su presencia. Siempre hay otros ojos viendo lo que veo e imaginar ese otro ángulo, imaginar lo que unos sentidos que no son los míos podrían apreciar a través de mis sentidos es, bien mirado, una definición puntual del amor.
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El invencible verano de Liliana de Cristina Rivera Garza
¿Se puede ser feliz mientras se vive en duelo? La pregunta, que no es nueva, surge una y otra vez durante esa eternidad que es el quebranto. Se habla mucho de la culpa, pero no lo suficiente de la vergüenza. La culpa del sobreviviente puede atraer una sospecha acaso saludable, un titubeo incluso razonable acerca del placer, del gusto, de la compañía. La vergüenza es una puerta cerrada a piedra y lodo. Pocas actividades requieren más energía, tanta atención al más mínimo detalle, como odiarse a sí mismo.
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Nadie me verá llorar de Cristina Rivera Garza
Su presencia lo conmovía. La ligereza de sus modales perfectos. Sus gafas de aro volado tras los cuales sus ojos cafés estaban alertas. La manera en que arqueaba las cejas en un pasaje especialmente difícil de ejecutar. Su concentración en sí misma. Su convicción. Joaquín no la esperaba. Apareció sin aviso y de igual manera desapareció. Las noches de verano y luego las de invierno se llenaron de su ausencia. Dentro, en una selva antes desconocida y todavía sin explorar, creció la nostalgia.
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Nadie me verá llorar de Cristina Rivera Garza
Los hombres que añoran a una mujer consumen más energía en ese acto que en cualquier cosa que hagan durante el dia
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Nadie me verá llorar de Cristina Rivera Garza
En Real de Catorce. La población se redujo a un grupo de testarudos esperanzados, mezclados con aquellos a los que no les quedaba esperanza alguna . Ni siquiera la de partir
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Nadie me verá llorar de Cristina Rivera Garza
Los locos y los vagos regresaron a las discusiones intelectuales. su peligro les producía terror y placer a la vez . El terror de verse amenazados y el placer de saberse distintos
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Nadie me verá llorar de Cristina Rivera Garza
La guerra nunca termina. En la vida hay dolor, y más allá, solo se extiende el reino de la muerte
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Nadie me verá llorar de Cristina Rivera Garza
El manicomio, no se había dado cuenta es su santuario. La guerra perpetua de la ciudad lo cerca entero.
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¿Cuál fue la primera obra escrita en verso en lengua castellana?